Capítulo III: ¿Quién es ella?

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Los primero días pueden traernos inquietud, pues no conocemos a nadie. Recuerdo bien haberme sentado en la primera silla que encontré, me sentía raro al ver tanta gente nueva para mí. El salón se fue llenando poco a poco, el profesor no llegaba aún. La fila en la que estaba se comenzó a llenar y curiosamente estuvo intercalada entre hombres y mujeres. Sentí que alguien me tocó el hombro.

 —Hola, ¿cómo te llamas? —escuché una voz femenina.
—Bryan, ¿tú eres? —cuestioné un poco nervioso.
—Regina, llevo poco tiempo en esta ciudad y me gustó esta universidad, pues fue la mejor opción que encontré — respondió con una sonrisa en su rostro.
—Sí, eso pensé yo también. Gusto en conocerte —dije un poco más tranquilo.
 La clase comenzó y, como siempre, los profesores muestran su cara más amable (digo esto porque hay profesores que cambian después de un tiempo). Es muy interesante lo que uno puede aprender allí, es un estilo de vida nuevo. Terminada ya la clase del día, me dispuse a salir. Iba caminando y, en ello, encontré a Regina.
—Hola Bryan, ¿te parece si nos vamos juntos? —me preguntó un poco sonrojada.
 —Claro, según lo que me has dicho, tenemos la misma ruta —respondí con una sonrisa, aunque un poco nervioso. Ya en el bus, me preguntó.
—Y... ¿cómo te fue en la clase?, ¿entendiste lo que explicaron? —Sí, no está tan fácil, pero pude entender. Es cuestión de practicar.
 —Sí, es cierto. ¿Cómo te acostumbras a vivir aquí? Si hay mucho tráfico y mucha bulla.
—Bueno...es algo normal aquí, por ser un lugar central suele ser muy caótico. No te preocupes, ya te acostumbrarás.
—Eso espero —dijo Regina riéndose.
—En fin, aquí bajo. Cuídate Regina, nos vemos mañana.
Es bueno conocer a alguien el primer día de clase, llega a quitarte la inquietud y relajarte un poco más.
 El tiempo pasó y nuestra amistad se hizo más fuerte, era una rutina diaria irnos juntos, así que un día pasó algo muy extraño en el carro.
 —Regina, ¿Por qué llevas esos anillos? —No vuelvas a preguntar eso, por favor. —Disculpa, no fue mi intención.
 —No te preocupes, es que no te lo puedo explicar. Su mirada se dirigió hacia abajo y se tornó triste.
De pronto, ella se echó sobre mi hombro, me sentí raro, pues ese sentimiento que transmitía el momento más la canción romántica de fondo iba poniéndome muy nervioso. En ese instante, no supe qué hacer.
 —Ehmm, Regina aquí bajo.
 —Lo siento, ok cuídate mucho Bryan —respondió sonrojada.
¿Qué significaban esos anillos? Me pregunté todo el camino sin encontrar respuesta. Lastimosamente, con el tiempo, ella tuvo que ir a asesorías y no la veía tan seguido.
 Un mes después

 Es un buen día, las cosas se ven tranquilas y siento que ya puedo dejar atrás mis miedos. Mi meta para hoy será conocer a alguien nuevo y avanzar en mis conocimientos.
 Al entrar al salón, miré a mi costado, Regina aún no había llegado; pero pude ver aquella persona con un rostro que puede opacar cualquier noche estrellada. ¿Cómo no me di cuenta antes? Mi mente se bloqueó, mi pulso se agitó y fue entonces que me pregunté ¿quién es ella? Me armé de fuerzas y me acerqué.
 —Hola, ¿cómo te llamas? —pregunté un poco nervioso.
 —Hola, me llamo Selina —respondió con una voz muy suave.
 —Mucho gusto, ¿qué haces? —interrogué, al verla con algo en las manos.
 —Leo uno de mis libros favoritos. ¿Te gusta leer libros?
—Sí, aunque me gustan más las poesías. Se podría decir que me gustan mucho los relatos de Edgar Allan Poe y como poeta, Neruda.
—Interesante, tienes buenos gustos. El libro que tengo en mis manos es de autoayuda, es muy bueno, lo he leído muchas veces. ¿Quieres que te lo preste? —dijo ella, extendiendo sus manos con el libro.
— ¿Segura?, ¿no lo vas a necesitar?
—No, como te había dicho, ya lo he leído muchas veces —respondió ella, mientras se recogía un poco un mechón de su cabello.
 —Ok, te lo devuelvo cuando lo termine. —No hay problema, solo quiero que lo leas hasta el final y me digas qué te pareció. El secreto de las 7 semillas, así se llamaba el libro que ella me prestó.
Aquella chica tenía algo en sus ojos, su mirada hacía latir mi corazón intensamente.
Terminé de leer ese libro y me pareció muy interesante, grandes lecciones contenía e iba entendiendo la razón por la cual le gustaba tanto aquel libro.
—Y... ¿si le escribes una poesía? —sugirió Bladen.
— ¡Estás loco!, puede que la rechace. No quiero que deje de ser mi amiga por algo que hice.
—Inténtalo, nada pierdes. Tuve que pensarlo durante varios minutos...
—Está bien, voy a escribirle una poesía.

"De mirada celestial y sonrisa angelical,
desciendes a mi mundo,
 guías mi sendero con tu luz fulgurante
 y llenas de alegría este corazón desamparado. 

Enciendes aquellas llamas olvidadas por el tiempo
 con tu voz tan delicada y armoniosa como Edén;
tu rostro es envidiado por los pétalos de rosa.
¿Por qué has de hervir este rojo carmesí que llevo dentro?
 ¿El amor habrá tocado una vez más mi puerta?
Oh, bella musa que despierta esta alma de poeta,
prométeme que no te irás con el eco del destino.
 Si he de amarte para toda la vida,
destinado estaré a escribirte mis versos".

La inspiración llegó en pocos minutos. Aquella chica había despertado ese poeta que yo llevaba dentro, solo me preguntaba si sería capaz de entregarle aquella poesía que había creado. El silencio invadió mi cuarto y la tinta dejó de dibujar mis versos.

El reflejo de una vieja juventudWhere stories live. Discover now