Doyoung está enamorado de su mejor amigo, Yedam, y fantasea con besar sus labios con sabor a chocolate, como él los describe, pese a que no los ha probado. ¿Podrá lograr hacer de su fantasía algo real un día?
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㊣ Histor...
Las cosas marchaban relativamente bien, la relación amical de Doyoung y Yedam se había fortalecido mucho en éstas últimas semanas, garantizandole felicidad a ambos chicos.
—¿Vamos por un helado? —sugirió el menor muy emocionado, en definitiva estaba vez confesaría su amor.
—¿De chocochip? —Yedam lo abrazó con fuerza mientras el contrario aspiraba su delicada fragancia a vainilla.
—Hecho —el chico de los frenos depositó un beso en la frente de su mejor amigo quien sonrió efusivamente ante la muestra de afecto.
Al fin era la ansiada hora de salida y el par había quedado en reunirse fuera de la escuela luego de que el menor guardará unos libros en su casillero.
—Buen tiempo sin verte, 'amigo' —Do Hwan hizo énfasis en la última palabra, pues, había estado incondicionalmente para él cuando más lo necesitaba pero, que fácil fue que lo dejará de lado por Yedam.
El pelinegro hizo amago de abrazarlo pero el castaño no cedió, estaba cansado de ser el chico transición.
—¿Quieres ir por un helado? —ahí estaba, intentando atacar la debilidad de Do Hwan por los postres fríos— Precisamente iba a ir con Yedam, pero, podemos ir los tres.
—Paso, no quiero ser mal tercio — sentenció el mayor de forma tajante—. Hace mucho tiempo ya no hay un nosotros, sólo son tú y Yedam.
Evidentemente dolido, Do Hwan se encaminó hacia la salida y Doyoung fue detrás, negándose dar su brazo a torcer. Ya fuera vieron una multitud de estudiantes y el centro de ellos era Keita quien llevaba un enorme oso de peluche, un ramo de rosas rojas y globos.
En el momento en que abandonaba la escuela, Yedam chocó con su mejor amigo, siendo visto por el japonés quien se aproximó hacia el chico.
—Hoy cumplimos seis meses y sé que soy un tonto pero te amo, entonces, perdóname por favor.
Los ojos de Bang se cristalizaron, no podía negar que había extrañado a Keita pese a lo sucedido, puesto que, si dejaban aquel incidente de lado habían muchos detalles del japonés que lo enamoraban profundamente.
—También te amo —dijo abrazando al trigueño quien sonreía satisfecho.
—Acepto, vamos por un helado —Do Hwan jaló a Doyoung de la manga de su camisa, sintiendo éste nuevamente una espina clavarse en su corazón.
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