Había pasado más o menos una semana desde la última vez que había visto a Jungkook. Por alguna razón el susodicho había decidido no venir al trabajo, por lo cual, Lisa y yo nos tuvimos que hacer cargo de todos los trabajos, incluido los de él. Aquello era doble trabajo para ambas, haciendo aquella semana casi eterna y agotadora, casi no teníamos tiempo para nada. Pero lo que más me enojaba era el que ni siquiera se dignara en comunicarse, en avisar que no vendría en toda la semana o que se sentía mal, no había nada, era como si él se hubiera esfumado.
El lunes por la mañana, después de un relajante y bien merecido fin de semana en casa. Había vuelto al trabajo con una sonrisa y dos vasos de café en la mano. Dándole una pequeña sonrisa de buenos días a Lisa. Pongo uno de estos en el escritorio de trabajo de ella.
—¡Buenos días! —Habla ella, con una sonrisa igual a la mía—. ¿Tuviste un buen fin de semana?
Pregunta a la vez que coge el baso y bebé de este. Asiento, dándole también un sorbo a mi café. En la semana que Jungkook no había venido, me había vuelto más cercana a ella, tanto que había empezado a traer dos vasos de algo caliente por las mañanas y ella traía algo que pudiéramos comer. Cosa que hacía cuanto trabajaba junto a Hoseok. Hablando de él, no lo había vuelto a ver desde lo ocurrido el otro día, creo que tampoco ha venido a trabajar, que extraño.
—Esta tarde iremos a comer con Jennie, ¿te apetece venir? Así la conoces. —Levanta la vista para mirarme, se lo piensa durante unos segundos antes de asentir—.
Nuestra conversación es detenida cuando escuchamos el ascensor y acto casi seguido las puertas abrirse. Jungkook sale de este con un impecable traje color negro aterciopelado, su cabello perfectamente peinado hacia atrás y una cara demasiado seria para ser él, sin embargo, mirándolo detalladamente, me di cuenta que tenia ojeras y un aspecto de no haberla pasado nada bien en aquella semana. Nos echa una leve, pero profunda mirada a ambas antes de seguir su camino, cerrando con fuerza la puerta de su oficina.
—¿Qué fue eso? —Murmuro mirando a Lisa, la cual se encoje de hombro, igual o incluso más confundida que yo—.
La curiosidad y preocupación me invaden al verlo de aquella forma. Dándole una mirada y pequeña sonrisa en forma de despedida a Lisa, me alejo por el pasillo directo a nuestras oficinas. Dejo en la mía mis cosas, para después de unos segundos de pensarlo, salir y golpear levemente la puerta de la de él. Sin recibir ninguna repuesta con mi segunda llamada a la puerta, me lleno de valor para abrir esta, encontrándolo colgando su abrigo en el perchero cerca a uno de los archivadores. Suspira cerrando los ojos con pesadez y exasperación, dejándome en claro que no me quería ahí. Se gira para mirarme sin ninguna expresión.
Los nervios me invaden y las ganas de salir corriendo también. Genial, ¿ahora que hago? ¿Cómo empiezo? Creó que debí habérmelo pensado mejor. Sonrió levemente, entrando por completo en su oficina cerrando la puerta detrás de mí.
—Hola. —Murmuro en voz baja con los nervios a flote y la piel de gallina—.
—Hola. —Dicen sin ganas y con la mirada seria.
—Lamento haber entrado así. —Me disculpo, con las mejillas sonrojadas—.
—No pasa nada. —Responde sin importancia—. ¿Qué pasa?
Pregunta, empezando a caminar hasta el asiento de su escritorio, sentándose en este. Junta sus manos, sin dejar de mirarme.
—Eso debería preguntárselo yo. —Contesto, sin moverme de mi lugar, sosteniéndole la mirada—.
Abre la boca, ligeramente sorprendido por mi contestación. Frunce el ceño, incorporándose en el asiento.
—¿A qué se refiere, señorita Thompson? —Con el poco valor que me queda, camino hasta estar frente a su escritorio—.
—Ha faltado una semana. Lisa y yo....... Tuvimos que hacernos cargo de todo lo que a usted le tocaba. —Respondo algo dubitativa, ¿acaso le estaba reclamando por no haber venido al trabajo? — Y-yo..
—¿Y? —Pregunta desinteresado cortando mis palabras de repente, poniendo su vista en el escritorio—. Les pagaré por su esfuerzo, ¿ya es todo?
Habla con cierto fastidio, como si no quisiera escuchar un sermón de su madre. Lo miro indignada, ¿acaso cree que le estoy pidiendo dinero? Me cruzo de brazos, negando a la vez que suelto una risa sarcástica. ¿Será idiota?
—No estoy pidiendo dinero, Jeon. —Levanta la vista de su escritorio, casi al mismo instante en el que termino de decir aquello, tiene una expresión de sorpresa en la cara—. Solo me había preocupado por usted, pero veo que hice mal. —Me volteo indignada ante sus palabras, empezando a caminar hasta la salida. ¿Por qué me duele su actitud indiferente? Con las mejillas sonrojadas y barios sentimientos encontrados, abro la puerta de su oficina, saliendo de esta. Sin previo aviso, su mano envuelve mi muñeca jalando de esta en un movimiento rápido, haciendo que vuelva a entrar a su oficina. Cierra la puerta, acorralándome con su cuerpo en esta. Tengo la mirada baja y el corazón latiéndome a mil, ¿lo abre echo enojar? Diablos, seguramente me despedirá por haberle respondió.
—¿Que pasa Thompson? ¿Ya no hablas como hace un momento? —Pregunta con una pizca de diversión en su voz, posicionando una de sus manos a un lado de mi cabeza, mientras se inclina un poco más hacia mi—. Ya no eres tan valiente, ¿eh? ¿Acaso te pongo nerviosa?
Levanto la vista, encontrándome con una gran y arrogante sonrisa en sus labios. Me inclino lo suficiente para que nuestras respiraciones se mezclen y nuestros labios queden a escasos centímetros. Es entonces cuando me lleno de valor y murmuro en aquella posición:
—Es usted un idiota, señor Jeon.
[♡]
[E D I T A D O 14/08/21]
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Boss|J.Jk
Fanfiction____ Thompson trabaja como asistente en comunicación desde hace unos meses en Jeon Corporation, una de las corporaciones más grandes e importantes de Corea del sur. Una noche la empresa está de celebración y ella termina enrollándose con un desconoc...