Prólogo.

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Donde la luz quema el corazón,
Donde yace mi secreto,
En donde las sombras alcanzaban a la gente... Ahí comienza...

Mi historia.

En la tierra en donde la gente no tenía felicidad, caminando sobre la espesa nieve, se escuchaban los tambores.

Sus ojos llenos de lágrimas.
En vez de corazón, sentían horror.
En vez de cielo, tenían una condena.

Sobre la nieve se veía una figura hecha de ella con la forma de un dragón y en el centro de su fauce un caldero que llenaban de bayas, especias y sangre.

Y debían darle al cielo lo más valioso que poseían. Sus preciadas hijas.

En aquel pueblo que rodeaba un lago a medio descongelarse, se escuchaban los gritos y forcejeos de aquella joven que era arrastrada por tres hombres hacia donde se llevaría a cabo el ritual, siendo presenciado por el pueblo entero.

Fue antes de nuestros tiempos, ya que no queda ni tierra, ni polvo. Nada.
Todo se ha olvidado.
Lo que no era real, se ha vuelto realidad.
El frio río y el agua congelada de ninguna parte.

Y mientras aquello sucedía la gente solo tenía expresiones tristes e incluso los niños que estaban allí, no querían ver aquel acto. Se hallaban cuatro jovenes de piel tan blanca y tersa como la nieve, con cabellos rubios y largos más allá de sus caderas, que casi tocaban el suelo, siendo trenzadas, con una corona y collares de bayas rojas, y sus vestidos totalmente blancos. Sus rostros manchados de carbon eran complementados con la nieve que les ponían en el. Desoladas y llorando veían su final cerca.

Frente a ellas las sacerdotisas estaban terminando de arreglarlas sin ninguna sola expresión facial.
Las madres llorando al entregar a sus hijas.
Un hombre de cabellos castaños veía con enorme tristeza y desesperación como aquella joven a la que amaba sería entregada en sacrificio e intentó detener todo, pero no se lo permitirían agarrándolo y tirándolo al suelo y desde allí con lágrimas en los ojos e impotencia presenciaba lo que sucedía.

El tiempo es un río veloz, que nadie perderá.
A la espera de su novio, espera durante horas.
Toda vestida de blanco como envuelta en mortajas descansa.
La campana de bodas resuena.

Haciéndoles un camino de bayas hacia los botes adornados con telas y las mismas bayas rojas, las vieron caminar hasta estar dentro y acostadas en el, fueron empujadas llegando a la mitad del lago a la espera de su final.

¡Tómala!
¡Tómala!

Se escuchaban los cantos del ritual.

¡Vamos!
¡Vuela!
Por siempre serás...
Una joven vírgen.

Se escucharon las respiraciones rápidas, llenas de miedo y terror, cuando un rugido se hizo oír, junto a fuertes vientos. El cielo nublado y las nubes oscuras no permitían verlo pero lo sentían cerca. Con una mirada nerviosa estudiaban el cielo a la espera. Gritos de aquellas jovenes se escucharon al ver aparecer a la bestia volando sobre ellas, estudiando sus rasgos decidiendo cual llevarse.
Cuando lo hizo, se llevo a la joven elegida y se elevó perdiéndose de la vista de todos.

Pero hubo un hombre cuyo amor fue más grande y fuerte que el miedo.
El guerrero juró salvar a su amada.
Por largo tiempo deambuló por mar y tierra buscando el dragón. Pero cuando finalmente descubrió la guarida del dragón, ya era demasiado tarde, su amada estaba muerta.
Luchó aguerridamente contra el dragón, toda su furia y dolor se concentraron en un golpe que pudo atravesarlo, y así el guerrero liberó a la gente de su miedo, y la gente lo llamó a él Dragón.

Pasaron los años y la tragedia se olvidó y el terrible rito se volvio una costumbre de bodas.
Y llegó el día en que el nieto de los Dragones - Igor, tomaría como esposo a el hijo pequeño del príncipe - Andrey.

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