Capítulo X

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Era temprano por la mañana, cuando Andrey se levantó para ir al pequeño bosque que había en la isla en las alturas, donde había hallado un lugar en el cual asearse. Se desvistió y entró al agua, era un pequeño estanque pero lo suficientemente grande como para cinco personas más, cerca de un lado del acantilado, por el que se veía el mar en el horizonte y el agua caía por allí, como si de un manantial se tratase. Ahí se encontraba Andrey disfrutando de todo aquello.

Por otra lado, Arman estaba decidido a decirle lo que sentía a Andrey después de descubrir sus sentimientos hacía él, con flores en mano recordando lo que un tiempo atrás le había dicho, “Cuando das flores a una persona, esa otra persona entiende que lo amas. Algo importante para entre esas dos personas.” Arman no estaba muy seguro de hacerlo pero lo intentaría.

Andrey que ya había terminado su baño, se encontraba ya vestido con una camiseta roja y unos pantalones negros. Peinandose, se hizo tres trenzan en la mitad de su cabeza y enrolló un pedazo de su cabello con unas tiras, el resto le quedaba suelto. Cuando terminó se dispuso a terminar la cometa que estaba haciendo.

Arman se dirigía a su encuentro cuando en el camino se detuvo, en su brazo derecho estaban sus venas otra vez encendidas, haciendo que las flores se quemaran. Tirándolas al suelo, escuchaba como el dragón le gruñía y sus ojos por momentos cambiaban.

Andrey no sabía lo que estaba por suceder y feliz de haber terminado, llamó a Arman para mostrárselo. –¡Arman!– Grito llamándolo y fue en su búsqueda.

Arman estaba afuera intentando controlarse, no entendía porque ahora le sucedía pero si el dragón no aceptaba aquello que estaba sintiendo, que se jodiera porque no lo dejaría de sentir, de verdad le gustaba el castaño. Asi que trató de irse de allí para calmarse siendo detenido por la voz de Andrey que lo había encontrado.

–Aquí estabas, mira lo que se me ocurrió.– Le mostró lo que había hecho sin notar aún el estado en el que se encontraba Arman. –Casi como un dragón, ¿Me enseñarías a ver el viento?– Le preguntó aún sin mirarlo realmente.

–Que extraño eres Andrey.– Le dijo disimulando su agitación y respirando profundamente para calmarse.

–¿Por qué?– Le preguntó confundido viendo a Arman finalmente.

–Temes al dragón. Sin embargo, juegas con él.– Le reprochó, no era la manera pero a veces no lo entendía.

Andrey al escucharlo se le borro la sonrisa y poniéndose serio le dió la espalda, no le había gustado para nada su tono pero no quería peliar con él, asi que se quedó callado.

–¿Porqué Igor no viene por ti?– Había tratado de evitar aquella pregunta pero habían pasado varios días y el no llegaba.

Andrey se sorprendió por la pregunta, no la esperaba todavía pero ya no podía seguir ocultando las cosas por más tiempo. –Si no viene, entonces... Ya sabes lo que significa.– Le respondió evadiendo lo obvio.

–Pero hicieron una promesa.– Le respondió Arman.

–No la hicimos.– Le contestó girandose a verlo. –El dragón vino primero.– Le dijo con una pequeña sonrisa que Arman no vió, pasando por su lado dejando a Andrey un poco más atras mientras divagaba en sus pensamientos.

–Entonces, no vendrá por ti.– Fue todo lo que dijo, giro a verlo para encontrarse a Andrey viendo el atardecer en el horizonte. Se acercó por detrás y con cuidado de no tocar su piel pero si de estar lo suficientemente cerca para hablarle al oído. –Yo te enseñaré, a ver el viento.– Mientras tomaba entre su mano la cometa con forma de dragón, estirando los barzo juntos hacía al frente la alzaron. –Cierra tus ojos.– Le pidió. –Imagina la distancia, tan lejos que no puedes verla con los ojos. Siéntelo, con las puntas de tus dedos, escucha su susurro, siéntelo con todo tu cuerpo y luego en tu interior se te revelará aquello que desconocías.– Lo miró un momento y luego alzó la vista esperando.

On-drakonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora