Cocinar era algo que Minato no solía hacer, al menos en Nueva York. Era cierto que desde niño se le dieron bien las tareas del hogar, sobre todo por el largo tiempo que tuvo que vivir solo y posteriormente, por los cuidados a su hijo, pero en los últimos años, habían pasado a comprar la comida ya preparada o a comer fuera. Abrió la nevera para descubrir que estaba completamente vacía. ¿Qué esperaba si llegaron ayer tarde, casi anocheciendo?
Habían comido por el camino, se encontraron con esos dos vaqueros que prácticamente se marchaban a casa y tan sólo les dio tiempo a inspeccionar un poco el interior de la vivienda para buscar mantas y acomodarse en las habitaciones. ¡A Naruto ni le vio! Se metió en una de ellas y no volvió a salir. ¡No había que ser un genio para saber que odiaba ese lugar!
- Qué día tan maravilloso – escuchó a su novio a la espalda, quien se acercó con rapidez hasta él, le dio un beso en la mejilla y enseñó las llaves de un coche por encima de su cabeza.
Minato las miró, sin duda alguna necesitaría un coche para moverse por allí. El pueblo más cercano era sin duda alguna "Wolf creek", a tan sólo nueve minutos en coche, claro... que a pie todo se dificultaba, tardando hasta dos horas en recorrer las siete millas que les separaban, más de tres horas si bordeaba el río en lugar de ir por la peligrosa carretera. ¡Era una locura ir andando a cualquier lado desde Craig!
- Tengo que irme a trabajar, pero nos vemos para comer – sonrió, marchándose antes de que Minato pudiera siquiera hablar.
Tenía muchas dudas. Estaba claro que querría empezar a trabajar en reformar todo esto enseguida, en ir a los distintos lugares para cambiar el nombre del propietario, visitas al abogado, etc... lo que le dejaba a él al cuidado del rancho y la casa.
Resopló, él no sabía nada de ranchos ¿Cómo iba a tratar con los animales? Porque tendría que alimentarles al menos. ¡Paso a paso! Pensó Minato antes de empezar a agobiarse.
- Naruto, levántate ya o llegarás tarde al instituto.
El grito se escuchó en el piso de arriba, pero a los cinco minutos y tras revisar todos los armarios de la cocina, volvió a gritar al ver que su hijo no reaccionaba.
- Naruto, por el amor de Dios, sal de una maldita vez de la cama.
- Ya estoy, ya estoy – se escuchó una puerta abriéndose – creo que estoy enfermo – se quejó.
- Esa excusa hace mucho que dejó de funcionarte.
- Tenía que intentarlo. ¿De verdad tengo que ir al instituto? Sólo hay veinticinco estudiantes al parecer.
- Veintiséis contigo, ahora termina de arreglarte mientras busco algo de desayunar.
- ¿Tampoco hay desayuno?
- Algo se me ocurrirá.
- ¡El día mejora! – se quejó con ironía al ver que ni podría desayunar.
¡Todo era un desastre! Eso es lo primero que Minato pensó, pero no podía dejarse vencer por las adversidades, ésa sería su nueva vida y acabarían acostumbrándose a ella. Tan sólo era el primer día y era normal estar desorientado. Buscó en su cartera hasta encontrar un par de billetes y esperó a que su hijo bajase para darle el dinero. Podría comprarse algo en el bar del pueblo para desayunar.
- ¡Genial! – dejó escapar con ironía de nuevo - ¿Qué crees que desayunan en estos puebluchos? Me muero por unos "bagels".
- Eso es neoyorquino puro, Naruto, creo que aquí tendrás que acostumbrarte al beicon y a los huevos.
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Tormentas de verano (Naruto)
أدب الهواةResumen: Ya no podía creer en el amor, pero en aquellas tierras lejanas, en una tormenta de verano y de un hombre que sólo quería arrebatarles su rancho... él se enamoró una vez más por mucho que se resistió.