Capítulo 8: Mecánica.

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El ruido de la cafetera era lo único que se escuchaba en la cocina. Madara no podía apartar la mirada de ese rubio tan tenso. ¡Era algo normal! La primera noche que estaba solo en esa casa, teniendo que ocuparse de todo el rancho él y además ahora, tener que ir al hospital a visitar a su pareja. ¡Demasiado para una persona!

- Dentro de un rato vendrán algunos de los jornaleros de mi rancho a ayudarte aquí – comentó Madara desde la mesa.

- Gracias por tomarte tantas molestias. No tenías por qué hacerlo.

- Voy a apuntarte el número de algunas personas que pueden ayudarte a buscar gente para atender el rancho. Pero tendrás que hablar con Tobirama para sacar el dinero de la cuenta del rancho para pagarles. Es un rancho algo más pequeño que el nuestro así que no necesitarás tanta gente como nosotros, aún así... te recomendaría contratar a algunos. Y los potros de tres años tendrás que domarlos antes de poder venderlos. Eso sí costará bastante... económicamente hablando. Sería mejor si tuvieras a alguien aquí de confianza que lo hiciera pero... la verdad era que los Senju tuvieron dos hijos y ninguno estuvo interesado en la doma de caballos.

- Cada vez me lo pintas mejor – Minato sirvió en unas tazas el café recién hecho y pasó dos tazas hacia Madara y Sasuke, quienes agradecieron enseguida el gesto.

- ¿Cómo lo lleva tu hijo? – preguntó Madara por saber un poco más de la situación que vivían.

- Él está bien, creo. No es que se lleve demasiado bien con Tobirama últimamente, aún así, supongo que también le afecta el hecho de tenerle en el hospital. No era algo con lo que contásemos al venir aquí.

- Bueno, intentaré animarle un poco hoy. Mi sobrino Sasuke nos ayudará con ese trasto viejo a ponerlo a punto. – se refirió al coche destartalado de Naruto.

- Si no me queda de otra... - se quejó Sasuke dando un sorbo al café - ¡Vaya! Este café está mejor que la porquería que preparada mi tío.

Un golpe tras su cabeza es lo que recibió tras aquello, sin embargo, también un par de sonrisas. Madara observó la sencilla pero honesta sonrisa del rubio. Se notaba que no estaba de ánimos para reír pero aún así, lo intentaba y pese a tener algo de tristeza oculta tras ella, seguía siendo hermosa.

- Mi padre es muy buen cocinero.

La voz de Naruto sonó en la cocina. Todavía tenía el pijama puesto, pero se había dignado a bajar movido por el olor de café y los murmullos que escuchaba desde el piso superior.

- Vaya, eso es toda una sorpresa. ¿Te dedicabas a algo de cocina en la ciudad? – preguntó Madara con curiosidad.

- La verdad es que no. Yo... era enólogo. Pero... estuve solo mucho tiempo, desde que Naruto nació así que dedicaba mucho tiempo al hogar y a la cocina. Naruto era un poco raro de niño para las comidas y me tocaba improvisar. Ahora se comería cualquier cosa – sonrió Minato al recordar aquello – supongo que me gusta cocinar.

- Ya veo.

- ¿Por qué no os pasáis a cenar esta noche? Os prepararé algo. Invita a tu familia.

- Oh... no creo que sea buena idea.

- De alguna forma voy a tener que agradeceros vuestra ayuda. Al menos déjame preparar una cena. Es lo mínimo que puedo ofreceros.

- De acuerdo. Lo comentaré en casa. ¡Enólogo! – susurró con una sonrisa.

- ¿Qué ocurre con eso?

- Lo descubrirás esta noche en la cena.

Con una sonrisa, Madara subió la taza hasta sus labios y dio el último sorbo de café antes de ponerse en marcha. Tenía muchas cosas que hacer en el rancho. Tendría que sacar a todos los caballos a pastar y revisarles las herraduras. Seguramente alguno de ellos necesitaría "Zapatos" nuevos como a él le gustaba decirlo.

Tormentas de verano (Naruto)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora