Frente al fuego que Madara había encendido, ambos chicos reposaban en el sofá tapados con una vieja y algo polvorienta manta. Desnudos como estaban, secando la ropa junto al fuego y esperando a que la tormenta amainara, ambos pensaban en lo sucedido.
Pese a que Minato reposaba su espalda contra su pecho, ambos cubiertos por la misma manta y siendo abrazado por Madara, éste sabía que el rubio pensaba demasiado en las consecuencias de sus actos, al fin y al cabo... él tenía pareja. Estaba convencido de que se sentía culpable y por eso mismo, no había pronunciado palabra desde que se acostaron.
- Minato, lo siento.
- Da igual – susurró Minato – ha sido mi culpa, yo tengo pareja y tuve que ser más fuerte y contenerme. ¿Cómo voy a explicarle esto a Tobirama?
- No lo hagas. No diré nada si es lo que quieres. Él nunca se enterará de algo así.
- Pero yo sí sabré lo que ha ocurrido, Madara, y no quiero vivir con esta carga. Tengo que decírselo.
- No lo hagas – volvió a decir, esta vez con preocupación en su voz -. ¿Has visto lo que llegó a hacerte por sus celos? Si le cuentas esto... quizá te ponga en peligro de nuevo y no quiero que a ti te ocurra nada.
- Pero...
- Minato, por favor, no me preocupes a mí con esto, no le digas nada. Estoy preocupado por ti.
Realmente la culpa le carcomía. Ambos sabían que lo correcto era decir lo ocurrido, incluso Minato... que jamás se le habría ocurrido llegar a ese punto, no podía negar que la atracción que sentía por aquel vaquero iba más allá de su imaginación. Sólo había sentido algo así por una persona y ésa... fue Kushina. Ni siquiera en sus primeros años de relación había tenido ese sentimiento tan fuerte por Tobirama. ¿Por qué ahora? ¿Por qué con Madara? No sabía el motivo por el que sentía algo tan fuerte por una persona a la que apenas había conocido hacía unos meses.
Todo en su mente era confusión. Siempre supo que jamás podría amar como lo hizo con Kushina, sin embargo, había ocurrido. No podía negárselo, ese vaquero de Montana le había hecho saltar todas las alarmas. Tenía sentimientos hacia él que creyó olvidados y enterrados.
- Voy a preparar una sopa caliente – comentó Madara al sentir cómo el cuerpo de su amante temblaba de frío bajo las mantas.
¡Desnudo! Así salió Madara de la manta. Completamente desnudo, buscando otra manta del armario para ponerse encima mientras buscaba en los armarios una lata de sopa. Por suerte, la despensa del refugio estaba llena.
- Cuando amaine la tormenta iré a reponer lo que gastemos – susurró Madara y Minato entendió que aquello debía ser una costumbre del pueblo. Al fin y al cabo, el refugio servía para emergencias, así que era normal que el último que lo utilizase, repusiera lo gastado por si alguien más debía refugiarse allí en algún otro momento.
Minato se acurrucó contra el respaldo del sofá, subiendo las rodillas hacia su pecho y cubriéndose mejor con la manta. Por un instante, a Madara le pareció la imagen de un niño pequeño, intentando hacerse más pequeño motivado por esa culpa que sentía y que... si bien sabía que había hecho algo mal, no lo veía para tanto. Los sentimientos cambiaban, eso podía pasar y más cuando el hombre con el que estaba llevaba tiempo haciéndole sentir mal. Era lógico que necesitase sentirse querido y simplemente... se había dejado llevar.
Terminó de calentar la sopa en una de las ollas y la colocó sobre unas tazas. Eso debería hacerles entrar en calor con rapidez. Se acercó a Minato, ofreciéndole la taza con suavidad hasta que él la tomó entre sus temblorosos dedos.
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Tormentas de verano (Naruto)
FanfictionResumen: Ya no podía creer en el amor, pero en aquellas tierras lejanas, en una tormenta de verano y de un hombre que sólo quería arrebatarles su rancho... él se enamoró una vez más por mucho que se resistió.