diecisiete

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Final

En el restaurante, un millón de flashes te deslumbraron mientras bajabas de la limusina.

—Espera. —Finn se agachó—. Deja que te ayude. Me molestaría bastante que te cayeses por culpa del vestido y por no poder ver.

Miraste a tu marido, era muy protector. Con el vestido levantado por los tobillos, te desplazaste hasta el borde del asiento.
Finn se quedó afuera esperando a que lo tomases de la mano.

—¿Vas bien? —preguntó cuando le agarraste la mano.

Asentiste y tuviste cuidado de no darte en la cabeza al salir.
Entrelazó sus dedos con los tuyos y usó la otra mano para tapar los flashes.

—¡Están divinos!

—¡Miren hacia aquí!

—iAquí!

—¡Feliz aniversario!

Imitaste las acciones de Finn y lo seguiste a él y a Dave. Había otro guardaespaldas a tu lado, bloqueando las manos extendidas. Finn vio una y se paró.

—¡Oye! —dijo—. ¡No la toques!

—No la he tocado —negó un chico.

—No estires el brazo. Ni se te ocurra. —La mano de Finn se posó sobre tu espalda. Te guio por delante de él, asegurándote el paso

—Yo me ocupo, Finn —dijo Dave.

—¿Sí? —dijo tu marido con una voz irrespetuosa. No podías negarlo, te encantaba que fuese tan protector.

El restaurante era elegante. Nunca habías ido, pero el olor a comida italiana que había garantizaba que iba a ser impresionante. La iluminación era preciosa; te encantaban las mesas alumbradas con velas y la chimenea que había al fondo.
Finn se puso a tu lado.

—¿Estás bien?

—Sí.

—La gente se pone como loca. —Te acarició el pelo.

—¿Una reserva a nombre de Wolfhard? —El maitre estaba listo—. Por aquí.  —Su tono era excesivamente correcto conforme los guiaba. Unos camareros vestidos de negro y blanco estaban preparando su mesa.

—He pedido nuestros platos favoritos. —Finn te golpeó con la cadera. Era increible.

—Eres maravilloso —lo halagaste.

Se colocó detrás porque quería apartarte la silla. Al ver lo importante que era para él, uno de los camareros se retiró. Te sentaste y te colocaste la servilleta sobre el regazo.

—Gracias, mi amor.

Se sentó y esperó a que el camarero terminase de llenarte el vaso para levantar el suyo y brindar. Cuando tomaste tu vaso, él sonrió.

—Por mi valiosa mujer. Te quiero más que ayer pero menos que mañana. Feliz aniversario. Por quinientos más.

Chocaste tu vaso contra el suyo. «¿Quinientos?» Bebiste un poco de champán.

—No sé si podré aguantarte tanto tiempo.

—He tenido muchas horas para pensar lo que quería decirte. —Hizo una pausa, se apoderó de él una timidez rara. Con intención de aliviarle los nervios dijiste:

—¿Puedo decir yo algo primero?            —Miraste a través de las velas ardientes que había entre ustedes.

Sonriendo, te cedió la palabra y bebió un poco de agua.

"Que el corazón te guíe" ©️ Finn Wolfhard Donde viven las historias. Descúbrelo ahora