dos

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Un sol brillante te despertó a la mañana siguiente. ¿Por qué los rayos siempre tienen la mala educación de darte directamente en la cara? ¿Y por qué estaban levantadas las persianas?
Suspiraste, querías volver a dormirte. Entonces te acordaste de que era tu aniversario, pero no te diste vuelta hacia el lado de Finn. No estabas enfadada con él, aunque no te gustó mucho la reacción que había tenido por su aniversario la noche anterior. «¿Y qué estaba haciendo con ese cuaderno...?»
Te diste la vuelta dispuesta a tirarlo de la cama, pero te diste cuenta que no estaba. ¿Adónde había ido?
En vez de él, descubriste una nota con forma de corazón encima de su almohada.

—Finn... —lo llamaste y como respuesta recibiste el silencio.
Tomaste el corazón rojo y leíste.

Buenos días, cariño:
¿Puedes creer que ya llevamos casados dos años? Me siento increíblemente afortunado de despertarme junto a ti todas las mañanas. Saber que me eliges a diario es el mejor regalo. Doy las gracias a Dios cada día por haberme guiado hasta ti. Ahora te toca a ti usar tu memoria y tu imaginación para llegar hasta mí.

Le diste la vuelta al corazón, y seguía:

La primera pista: tras una noche larga, los dos necesitamos una. ;)

«Qué chico tan listo.» Había estado organizando una búsqueda del tesoro en ese cuaderno, estabas segurísima. Iba a ser interesante.

—La respuesta a la primera pista es una ducha —dijiste, y fuiste hacia el borde de la cama.

Como sabías que tenías las extremidades y los músculos doloridos de la noche anterior, te tomaste tu tiempo para ponerte de pie. Tras bostezar mirando hacia el sol de la mañana, te levantaste de la cama y fuiste hasta el baño. En el suelo de la ducha viste un corazón amarillo. Al correr las puertas de cristal te sentiste como una niña atolondrada tomando la siguiente pista:

Te crees que se te da bien esto, ¿verdad? :) Date una ducha, cariño. Te espera un día muy largo. La segunda pista es: me encanta cada vez que unimos nuestros labios. Los tuyos son igual de dulces que tus golosinas favoritas.

Después de la ducha te vestiste y fuiste a la cocina. Como habías supuesto, el siguiente corazón estaba al lado de un plato lleno de bombones Hershey's Kisses. ¡Qué ricos! No tenías mucha prisa por seguir la siguiente pista. Te encantaba el misterio que tu marido estaba hilando.
Cuando te empezó a rugir el estómago te diste cuenta de que debías parar de comer chocolate y desayunar algo de verdad. Te preparaste unos cereales y luego tomaste el corazón lila.

La tercera pista: tienes la llave de mi corazón. Encontrarás la siguiente nota donde están las demás.

Mirando hacia atrás estiraste el cuello para ver el salón.
Volviste a leer la pista: «encontrarás la siguiente nota donde están las demás».

—El piano.

Juntaste todas las pistas y tomaste el bol de cereales mientras sonreías por su inteligencia.

—Esto se le da bien.

Al sentir un cosquilleo en los tobillos miraste hacia abajo y viste a tu perrita, Rosie.

—Papi me ha mandado a una búsqueda del tesoro —le dijiste—. Veo que te ha dado de comer antes de dejarme plantada. —Te lameo la cara  cuando la acariciaste—. Vamos por la siguiente pista.

Cuando descubriste un corazón blanco sobre el piano Suzuki levantaste el puño. Rosie se subió al banco acolchado mientras leías:

¿Pensabas que ibas a quedarte en casa todo el día? Hoy no, cariño. Es hora de trabajar. La cuarta pista: haces que mi motor siga funcionando. Los hoyuelos de tus mejillas me vuelven loco. ;)

Esa era bastante fácil. Te aventuraste hacia el garaje. Al abrir la puerta te recibieron varios coches. «Madre mía.» Esperabas que no hubiese guardado la pista en alguna de las guanteras. No querías pasarte media hora entrando y saliendo de los coches.
¿Es que no sabe que cuando estás nerviosa lo rompes todo?
Sí, destrozarías todos los coches en busca de tu corazón. Diste una vuelta entre los coches con la esperanza de que estuviese en el que estaba abierto, en el asiento delantero o algo así.
Después de estar buscando un minuto subiste el ritmo, cada vez más nerviosa por encontrarlo. ¿Dónde estaba?

—¡Ah! —Te golpeaste el pecho con la mano.

Por fin viste un corazón en el capó de un coche. Era un Mercedes-Benz Clase G de color negro metalizado engalanado con un lazo rosa enorme. Al acercarte a él te diste cuenta que estabas a tope de energía.

—¿En serio? —Casi pegaste un grito cuando quitaste con cuidado el lazo. Un corazón naranja cayó del suelo. Lo recogiste y le diste la vuelta para leerlo.

Vi cómo se te iluminaban los ojos cuando viste este coche hace un par de semanas. Ahora, volvamos atrás en el tiempo y revivamos los momentos más memorables de nuestra relación.
Espero que tengas tanta memoria como yo. Llámame para saber cuál es la quinta pista. Quiero oír tu voz.

—Es de otro planeta.

Para conseguir la pista buscaste el celular en los bolsillos, marcaste su número y te pusiste el celular entre la oreja y el hombro. Al jugar con las llaves mientras el teléfono daba tono te diste cuenta de que había una más.

—Vamos, claro —dijiste al tiempo que la metías en la cerradura del coche nuevo y abrías la puerta.

—¿Me has echado de menos? —dijo Finn de forma juguetona al otro lado del teléfono.

Te subiste al coche.

—Eres un poquito embustero, ¿eh? —Le diste al botón para que se abriera la puerta del garaje y miraste cómo se abría delante de ti.

—Y tú eres una sabelotodo, ¿eh?

Sonreíste.

—Eso me han dicho. Esto es divertido, mi amor.

—¿Te gusta tu coche nuevo?

—Me encanta, pero te echo de menos. Por favor, no me digas que aún tengo que encontrar un millón de corazones más para llegar hasta ti.

—Te quedan un millón y uno. Quizás tardas toda la vida y un día más.

—¡Finn Wolfhard! —gimoteaste.

—Has dicho que lo estás pasando bien.

Diste una patadita de rabieta por su tono juguetón.

—Pues sí. Dame la quinta pista para que pueda verte.

Arrancaste el coche. Dios, qué sonido tan bonito.

—¿Me ves? —preguntó haciéndote suspirar.

¿Por qué se traía entre manos tantos jueguitos? Sabes que no está cerca de ti. ¿Quería que lo buscases como una idiota?
Giraste la cabeza y miraste la ventanilla trasera como... una idiota.

—No sé dónde estás, pero sé que no estás cerca de casa.

—Encontrarás la siguiente pista en el lugar donde nos vimos por primera vez.

—Finn... —Te colgó el teléfono. Este chico iba a volverte loca. ¿Acababa de colgarte el teléfono? No pudiste evitar reírte por su falta de educación.

"Que el corazón te guíe" ©️ Finn Wolfhard Donde viven las historias. Descúbrelo ahora