Omicron, el Comandante del Caos (Un fanfic de Percy Jackson) Traducción

Capítulo 11

[Disclamer: Nada me pertenece, la historia es de annabeth1213 y Percy Jackson es de Rick Riordan.

Disclaimer: I do not own anything, story is annabeth1213's and Percy Jackson is Rick Riordan's .]

Percy POV

-¿Están todos listos? -pregunté a través de los árboles, donde estaban los otros soldados de Caos, esperando que llegara el momento de empezar la reunión.

-Por supuesto que lo estamos, Percy, -respondió Luke, exasperado-. ¡Hemos estado esperando aquí por horas sin nada que hacer!

Los otros gruñeron de acuerdo, y rodé los ojos ante sus quejas. -Lo que sea, vamos entonces. De cualquier forma ya casi es hora.

Me paré de mi incómoda posición en una rama de árbol, fui a un ligero paso rápido a través de los árboles antes de correr a toda velocidad completamente con mi ejército justo detrás de mí. Incluso a pesar de que el bosque estaba lleno de monstruos, aún era uno de mis lugares favoritos, especialmente ahora, a la medianoche. Además, no es como si ahora los monstruos fueran difíciles de derrotar.

Todos redujimos la velocidad simultáneamente cuando nos acercamos al acantilado que sabíamos que contenía el Bunker Nueve. Obviamente ninguno de nosotros lo había visto antes, pero tener un líder que todo lo ve como Caos tenía sus ventajas cuando éramos informados sobre una nueva tarea.

Vi un pequeño grupo de campistas de pie ahí, junto con todos los campistas inmortales [N/A: cuando digo eso, solo asuman la mayoría de las veces que estoy incluyendo a Thalia también, incluso aunque es una cazadora], aparte de Nick.

Le hice señas a mi grupo, y todos nos columpiamos bajando de las copas de los árboles para aterrizar justo enfrente de ellos, haciendo que algunos de los más jóvenes (muy jóvenes, como cinco o seis) saltaran con sorpresa. -¡Lo siento! -murmuré rápidamente cuando Annabeth me miró con furia, tratando de calmar una joven hija de Atenea.

-Sesos de alga, -se rio Beckendorf en mi oído, asegurándose de que nadie más pudiera oír. Me encogí ante el nombre, pensando cómo solo Annabeth me ha llamado así, y Silena le dio un rápido golpe en el brazo a su novio (sí, ya sé que es algo raro, quiero decir, vamos, han estado saliendo como por trescientos años).

-Em... ¿están bien? -interrumpió Annabeth, y nos enfocamos de nuevo en ella rápidamente.

-Sip, estamos bien, -dije un poco forzadamente. Me miró forzadamente, como si estuviera tratando muy duro de ver debajo de mi capucha para leer mi expresión, pero afortunadamente suspiró y se volteó.

-De acuerdo, Leo, vamos, -llamó, y todos nos volteamos para ver al campista inmortal de Hefesto prender su mano en llamas y apoyarla contra el acantilado. Radiantes líneas de fuego corrieron por la pared sólida, delineando una puerta en la piedra caliza. Todos dimos un paso rápido hacia atrás, y la puerta se balanceó abierta, revelando dentro un gran espacio abierto.

-Después de ustedes, -dijo Leo burlándose de una forma formal, haciendo una reverencia y un ademán para que entráramos. Había tantas cosas dentro que no podía posiblemente asimilarlas todas. Un número innumerable de máquinas y partes estaban regadas a través del suelo y colgando de las paredes y el techo. Entre toda la maquinaria en las paredes había millones de planos, que mostraban cómo hacer cualquier cosa desde un barco de guerra de la Antigua Grecia con una cabeza de dragón hasta una mesa autómata de café [N/A: mesa de café... J ¡comenten si entendieron esa referencia!].

Probablemente podría estar de pie ahí toda la noche, pero entonces Annabeth empezó a dirigirnos a una pequeña esquina en la parte de atrás. Estaba escondida en el impresionante laberinto de maquinaria, y estaba decorado de una forma muy diferente. El suelo estaba cubierto con una alfombra negra, y había desperdigados una multitud de pufs de todos los colores del arcoíris. Había ocho sillas en el frente, y fueron llenadas rápidamente por los siete (excepto Nick), Thalia y Grover. Todos los demás saltaron emocionados en un puf, y los soldados y yo nos quedamos de pie en la parte de atrás incomodos.