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Capítulo 14:
Inocente reencuentro

El cabello le ondeaba a la par que la brisa de primavera hacia de las suyas con las ramas de los vívidos árboles. Sus hebras oscuras daban un vaivén hipnotizante de aquí para allá, impidiéndole que viese a otro lugar. Su sonrisa, tan grande como el sol que les iluminaba, irradiaba alegría pura mientras pequeñas risas se escapan de su boca en cuanto el columpio subía y bajaba. Finalmente, su visión se detuvo en sus labios sonrosados, que de vez en cuando hacían mímicas pidiendo que él se acerca a su encuentro.

—¡Jackson!—Exclamaba cada vez que subía alto—¡Ven por mí!

Él contenía las risas cual Nino pequeño, viéndole desde el pasto verde del parque.

—¡Jackson!—Carcajeaba fuerte.

Eso había sido lo último que  dijo antes de la caída. Como si de una máquina disfuncional se tratase, su corazón se congeló al ver como el columpio se descarreaba de su camino y las cadenas que lo soldaban se rompían en cuestión de segundos. Creía que moriría ahí mismo, porque todo marchó en cámara lenta, observando como ella caía estrepitosamente al suelo con una fuerza abrupta. Chocando contra la grava, lastimando cada espacio de su cuerpo.

—¿Jackson, no vas a venir por mí?—

Era lo que siempre decía, con el rostro empapado por las lágrimas, ruborizada por la vergüenza propia.
Nunca llegaba a su rescate, a limpiarle las rodillas heridas o a ver si estaba bien. Justo ahí, despertaba.

Cómo otras noches, despertó agitado, respirando con esfuerzos y creyendo que no se encontraba en casa. Observó la soledad de su habitación, cansado de revivir cada vez aquél sueño que no entendía y el remordimiento le hizo saber que no pegaría un ojo en lo que restaba de noche. Intentó levantarse de la cama que ahora la sentía estorbosa, sin embargo, un agarre le impidió hacerlo.

Con ojos adormilados, dio un vuelco a su vista. Se encontró con la cabellera negra que más esperaba:—Minah.

Una de sus manos acarició la espalda desnuda de ella, quién dormía boca abajo. Algo en él se relajó al saber que estaba a su lado, que nunca lo había abandonado, que estaba sana y salva. Un gruñido quejoso por su parte, le causó inquietud.

—¿Qué sucede, cariño?—Aún no abría sus ojos, incómoda por la posición en que se encontraba.

Su cabellera pelinegra se fue repentinamente degradando a un rubio pálido, y en un parpadeo, Jackson cayó en cuenta que su mente le había hecho una mala pasada. Ahora sólo quedaba un sabor amargo al haber pronunciado el nombre de la chica, porque ella no estaba allí con él, ella no era la que había pasado la noche abrazándose a su pecho y eso le causaba algo inquietante en sí.

—Vístete, Xia—Rugió con desdén, deshaciéndose de la caricia que ella le hacía en el brazo, porque su toque le quemaba, no se sentía bien.

La mujer que él mismo había llevado a su departamento debido a sobrepasarse con el whisky, en ese momento le observaba reacia, sin cubrir su figura desnuda por más que una sábana muy fina. Jackson se arrepentía de sólo verla ahí, en la misma cama que había compartido noche tras noche junto a Minah, ocupando el lugar de la pelinegra, pero lejana a ser si quiera una sombra penosa de lo que en verdad era la chica.

—¿Ahora te arrepientes, Wang Jiaer?—Ironizó sin una pizca de ofensa. Cómo si se esperara todo aquello.

—Déjame solo.

No había sido una orden, su voz si quiera fue lo suficientemente firme, más bien, era tan suave cual un susurro suplicante. A la rubia no le importó aquello, vistiéndose tan rápido como él habló, y dejando el departamento tras fumarse un cigarrillo.

ᴛᴇᴇɴᴀɢᴇʀ [ᴊᴀᴄᴋꜱᴏɴ ᴡᴀɴɢ]✓ //En Edición//Donde viven las historias. Descúbrelo ahora