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Capítulo 13, Parte II:
Inocente realidad

Había sido un trabajo apoteósico sacar a Minah de la cama esa mañana. Taeyong la observaba al dormir, mientras él no podía ser capaz de conciliar el sueño. No tenía ideas de cómo calmarla, mientras la chica lloraba en mute sobre su pecho. Él creyó que esa noche la pelinegra se quedaría sin lágrimas, porque sólo se quedó dormida por la cansancio que seguro ya le pesaba en sus empañados ojos.

Minah estaba hecha un desastre, se sorprendió a sí misma admitiéndose aquello frente al espejo del baño. Lavó su rostro manchado con maquillaje a desgana, para así dejarlo limpio, develando al fin las bolsas grisáceas bajo sus ojos rojizos e hinchados. Deshizo el moño que aún mantenía su cabello, y con sus dedos peinó las hebras para poder hacer una coleta desgarbada.

—No pude conseguir otra cosa—Le tendió algo de ropa hacia ella al salir del baño—, le pedí al dependiente del hotel que comprara algo para ti—La preocupación aún acompañaba su tono.

Ella asintió en agradecimiento, muda para decir algo. Fue una vez al baño y se colocó la ropa que Taeyong había comprado para ella. Los jeans le quedaban a la perfección, al igual que los zapatos, sin embargo, con extrañeza vió lo que tendría que colocarse en el torso. Se trataba de una sudadera de Taeyong, a la cual no le dio mucha importancia al colocársela, sólo sabía que le agradaba la calidez que le proporcionaba y el bello color albaricoque le robaba la atención.

Antes de salir de la habitación, había hablado con su madre, quién si quiera le importó su paradero al avisar que se encontraba en la casa de Bambam, lo cual era una vil mentira. Seguramente tenían una gran resaca encima, tampoco quiso pensar mucho en eso.

—Vamos por un buen desayuno—Él le sonrió vibrante como siempre.

Algo en el esbozo de sonrisa calmó los nervios que eran parte de su cuerpo. No sé impuso al hecho que el castaño entrelazara sus manos mientras el elevador bajaba, tenían unas cuantas personas a su alrededor, pero nadie les prestaba verdadera atención. Se dejó llevar por el mayor, quién se dirigió de inmediato a uno de los restaurantes del hotel, uno cercano a donde se había celebrado el reciente cumpleaños.

El recuerdo de Jackson siendo besado por la tal Xia la perseguía al caminar por aquel salón de tonos amarillos que combinaban con el radiante sol. Los aplausos la acosaban, y le recordaban dentro de sí que ella jamás podría ser la que el sr. Wang bese en público, jamás sería la chica trofeo que pueda presumir frente a sus amigos, jamás sería relevante.

—Amo Lee—Hizo una venía el gerente, recibiéndolos en la recepción del restaurant—, les he reservado la mejor de las mesas para su desayuno.

—Muchas gracias, Sr. Kang—Le dio una venía de vuelta, mantenimiento la seriedad de por medio.

Minah lo observó de soslayo, era tan correcto para la edad que tenía. Él la condujo entre las mesas llenas de comensales, muy concentrados en sus asuntos y platos. Llegaron a una de las mesas sin dudas más bonitas del lugar, decorada con un ramo elegante claveles amarillos, justo las flores favoritas de la pelinegra.

—Quería alegrarte un poco el día—Se encogió de hombros apenado por el gesto.

—Gracias por estar conmigo, Taeyong—Acarició contra todo pronóstico la mano del contrario, en una acción cariñosa.

—Siempre—Afirmó sin dejar su sonrisa.

No le prestó mucha atención cuando el chico dejó la mesa para ir a hablar con el gerente, el cual necesitaba de su presencia por alguna razón. Minah se perdió en su teléfono celular, para así evitar miradas que si quiera sabía si en realidad la estaban observando. Ella sentía en su cabeza que todos la juzgaban, burlándose de su inocente ingenuidad.

ᴛᴇᴇɴᴀɢᴇʀ [ᴊᴀᴄᴋꜱᴏɴ ᴡᴀɴɢ]✓ //En Edición//Donde viven las historias. Descúbrelo ahora