•11•

1.7K 93 52
                                    

Capítulo 11:
Inocente entrega

Esa mañana el sol era majestuoso, colando sus rayos entrometidos tras las cortinas graduales de los grandes ventanales. Minah se tardó mucho en salir de la cama, observando la vista repleta de un panorama blanco gracias a la nieve y un cielo azul que era imposible de ignorar. Algo resignada de tener que dejar la comodidad de las colchas, fue a darse una ducha de agua caliente para aclarar su cabeza confusa.

Cuando la primera gota de agua caliente recorrió su cuerpo, entendió que esa no sería la solución hacia la ensayada indiferencia que aplicaba en Jackson. No tenía idea cuanto más tiempo sería capaz de seguir actuando, pero lo que menos quería es que los relacionaran de alguna manera u otra.

Fue a tomar el desayuno, con todos en la mesa del comedor esperando por ella, a excepción del chino que seguramente seguía durmiendo. No se tomó mayor importancia, y comió en silencio mientras hacia muecas extrañas al ver a Bambam intentado hacer mensajes clave con sus manos, que en realidad no terminó por entender. La comida transcurrió en un curso normal, hasta que Lee Taehyuck nombró a Taeyong inevitablemente y lo mucho que su hijo estaba disfrutando sus vacaciones en Kioto con la familia Nakamoto.

Era claro que quiso causar algún efecto en la pelinegra al hablar de él, y ligeramente lo había logrado.
No sabía del paradero de Lee desde poco después de su cumpleaños, su perfil en kakaotalk aparecía sin conexión, y era como si lo hubiesen esfumado del mapa.

Parte de la mañana y tarde la perdieron esquiando, más que todo, desfilando la ropa deportiva de invierno se los padres de Bambam, porque de deportistas no tenían nada. Sin contar a su padre, los demás eran muy malos esquiando, por eso, decidió irse a casa con la excusa que se encontraba cansada.

Durmió una larga siesta, y cerca de las seis escuchó vagamente ente su trance de sueño que pronto sería la cena de víspera de navidad. No era su estilo estar al tanto de los planes arcaicos de sus padres, por eso, se envió unos cuantos mensajes de texto con Bambam y así podría evitar tener que asistir a los asuntos pertinentes.

Unos minutos después de estar totalmente despierta, el pelinegro pasó por ella a su habitación, y al salir al hall de la gran casa le pareció un desierto. No dijo nada, aunque si se preguntó internamente donde se encontraban todos, faltaba un día para víspera de Navidad, no tenía sentido que hubiesen salido de noche sin avisar. Se cubrió hasta las orejas que se helaron en cuanto pusieron un pie afuera, Minah respiró tan profundo que pudo jurar que sus pulmones se congelarían con el frío aire.

—¿Robaste un auto?—Preguntó antes de subir al ejemplar color negro frente a ella.

Bambam colocó sus ojos en blanco con claro aburrimiento, subiendo al auto e ignorándola en todo segundo. Ella le siguió un par de minutos después, sin tener otra cosa mejor qué hacer. Su mejor amigo se puso en marcha rápidamente, evitando si quiera que pudiese colocarse el cinturón de seguridad, Minah se apresuró a hacerlo, no confiaba en él y sus habilidades de manejo.

—¿A dónde vamos?—Hizo otra pregunta, al notar el camino oscurecido por la noche y las coníferas nevadas.

El más alto pareció no escucharle, siguiendo la canción que sonaba en la radio del nuevo coche.

—Me gusta conducir en silencio, así que, calla un segundo—No fue amable, y continuó cantando sin atinar ni una sólo nota.

Minah lo maldijo en silencio, por su culpa se quedaría sorda si seguía oyendo sus horrorosos aullidos que no se arreglarían ni con el mejor autotune.

—Sí tanto quieres silencio, entonces apaga esa condenada cosa—Se cruzó de brazos —, ¡Idiota!

Estaba preparada para comenzar una acalorada y sin sentido discusión con el pelinegro, quién dobló un poco su cuerpo hacia ella. Sin embargo, el auto quedó en absoluto silencio cuando Minah divisó tras el cristal empañado una especie de campamento en medio de un claro de bosque, al que e acercaban a medida que Bambam seguía el camino aparentemente rocoso.  No sabía a dónde demonios se dirigían, pero no le molestó que llegasen a un lugar como el que observaba, porque a la distancia se veía bastante bonito.

ᴛᴇᴇɴᴀɢᴇʀ [ᴊᴀᴄᴋꜱᴏɴ ᴡᴀɴɢ]✓ //En Edición//Donde viven las historias. Descúbrelo ahora