Cap 5 - Una bala, una cuerda o veneno, no importa...quiero verte.

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"Nadie sabe lo que es ser un hombre malo, un hombre triste detrás de unos ojos tristes..."

[...] Hans [...]

Y allí estaba; puntual a las 00.00 hrs en la antigua casa de Kristoff. El viento asolaba fuerte contra su traje; venía bien cubierto por suerte. No quería que alguien le reconociera o quizás, traer más problemas de los que se supone que ya tenía. Él menos que nadie tenía derecho a salir por las noches de esa forma, y si lo descubrían probablemente solo una bala en el pecho sería lo que al final de cuentas tendría. 

Pero no le importaba tener una bala, una cuerda o veneno en sí, quería ver al rubio, le había dado la oportunidad y ya no soltaría de esta. Al menos hasta que este se casara...al menos hasta que su pecho estuviese lo suficientemente destrozado como para seguir con todo esto. 

[...] Kristoff [...] 

No importaba nada, había dicho a Anna que tenía algunas cosas en casa que necesitaba para salir a trabajar en la mañana y que probablemente tendría que quedarse allá por la tormenta. Anna le ofreció muchas veces acompañarlo pero él se negaba diciendo que era muy peligroso para ella y que no confiaría en su juicio. La chica no siguió con las ideas de acompañarlo, después de todo no le agradaba mucho dejar a Elsa sola en el castillo, por ende, se quedó sin decir nada más. 

[...] Hans [...] 

"Puedo escuchar el ruido de los latidos de tu corazón subiendo por el camino de nieve. Y no es que no sientas nada, es que no hay nada allí. Hay otro corazón más adelante que resuena en una melodía, pero no suena, está vacía...no es la tuya, ni es la mía..." 

Faltaba poco para que las 01:00 am llegaran, este cerraba los ojos por la nieve, ya no veía nada y de un momento a otro sintió unos brazos que le tomaron y arrastraron hacia la casa. Era obvio de quien se trataba, al menos así lo quería pensar, por lo que se esforzó en seguir su paso. 

Cuando llegaron no hubo tiempo si quiera para pensarlo, lo primero que recibió fue un golpe en la mandíbula que lo hizo trastabillar hasta el centro de la habitación y por segundo quejarse por ello- Ouch! -exclamó con todo el derecho pues ahora la comisura de su labio sangraba- 

Es lo que te mereces...-exclamó con el ceño fruncido el rubio- Te mereces que te patee el culo hasta dejártelo en el piso...-sus mejillas estaban rojas por el frío y poco le entendía el pelirrojo pues mantenía ese pañuelo en la boca- 

Espera...sé que me odias por todo, solo ...déjame acercarme un poco...-este se acercó con precaución mientras con suavidad y duda subía sus manos para retirar el pañuelo de la boca ajena- Listo...no te entendía nada, lo lamento. 

Pedazo de imbécil...-dijo para tomarle por el cabello de la nuca y por donde su cintura se formaba para apegarlo a él y devorar sus labios con fervor. Esos malditos labios que había esperado tanto tiempo, de esos que quería olvidarse a toda cosa. 

El pelirrojo estaba igual, sediento de aquel roce, de aquel fervor que solo el rubio podía entregar a su cuerpo. Se alegró de que fuese esto lo que pasaba, pero temía el desenlace de todo esto, temía por las amenazas de sus hermanos, por la vida del rubio y por su prometedor futuro a un lado de la futura reina de Arendelle.

Un amor tan cálido como el hielo - Hansoff - FrozenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora