Capítulo 10

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-Arthur-. Veo que ya está un poco mejor.
-Yo me llamo Zero.- le miro. -No preguntes, solo llámame así-. Él se limita a asentir.

Andamos por allí, dirección de la catedral. Me cuenta un poco su vida. Sus padres no aceptan que le gustan los chicos y sus "amigos" lo maltratan psicológicamente. Algunos chicos de su barrio llegan a usar la violencia, para expresar su desagrado, el cual yo llamo 'ser homófobo'.

-No hagas caso a nadie. No merecen tu atención-. Le miro y pongo mi mano en su hombro parándome. -Nadie merece que le insulten o incluso peguen por ser como quiera ser. Eres libre Arthur-.
-Esa libertad es relativa siempre...-. Suspira. Un suspiro profundo.
-Escúchame, siempre he pensado una cosa y me parece perfecta para que lo apliques en tu vida-. Le miro a los ojos. - y se que no te conozco de nada y que mis consejos pueden ser una verdadera mierda, pero te lo voy a decir igualmente-.
-Lo suponía-. Ríe leve.
-No importa cuántas veces caigas o te hagan caer. Es totalmente normal esto. Todos tenemos momentos malos, muy malos. Pero sólo tú decides lo que te afecta o no. Tú le das prioridad a esos problemas o no. Lo que importa aquí, es lo que hagas cuando te levantes.-

Veo como se queda pensativo.

No se si habré dicho algo coherente, pues hablo por impulsos, pero me he quedado a gusto.

-Muchas gracias, Zero-. Me sonríe. -Enserio, gracias-.
-No tiene importancia-. Saco mi móvil. -Apunta mi número, si algún día tienes problemas, solo tienes que llamarme-.

Se le iluminan los ojos.

-Problemas a la hora de peleas, no tengo. Soy cinturón negro-. Lo dice tímido.
-¿Eres cinturón negro?-. Le miro impresionada. -Entonces no necesitas mi ayuda campeón, te las puedes apañar-. Suelto una risa.
-Pero si necesito a alguien con quién hablar, ¿puedo contar contigo?-. Pregunta bajito.
-Si, puedes-.

Le doy mi número y me despido de él. Hablando se había pasado el tiempo volando y ya casi era la hora, pero estaba ya cerca.

                                  12:34

Llego enseguida a la fuente de La Paz. Está Justo enfrente de la catedral, pero dándole la espalda.
Moldeada enteramente de bronce, representa los símbolos de la lucha entre el bien y el mal: Arcángeles (San Miguel y Satanás) , un cangrejo gigante que simboliza el mar y los orígenes de la vida e incluso un sol y una luna en una composición surrealista.

Tengo ganas de ponerle cara al dueño de mi carta. Tenía una letra fina, bonita, pero no perfecta. No sabría diferenciar si era de mujer o de hombre.

Me siento en un banco alejado de la Fuente. Pero con total visibilidad de ella.

El tiempo se vuelve lento. Un aire fresquito empieza a correr por allí, moviendo hojas y mi pelo también.
Respiro ese aire. Aire frío.
Miro a cada persona que camina por allí. Cualquier podría ser el dueño/a de la carta y yo estaba tensa.

Cuando era más pequeña me daba miedo estar sola en casa. Prefería estar sola en la calle, a merced de cualquier persona que pasara, eso era mejor que estar cerca de mis padres.
Soy consciente de que aún no sabes mi historia al completo. Vivo en un hotel, por la caridad de un hombre que me vio sola en la calle con catorce años, hasta ahí llegáis todos. No tengo noticia de ningún miembro de mi familia y quiero que siga siendo así. Estuve en un internado durante tres largos años y me escapé.
¿Que por qué estuve en un internado...?

Alguien se sienta a mi lado y me saca de mis pensamientos.

Que susto, joder.

Al mirar quién era, ruedo los ojos.

A PRUEBA DE MI Donde viven las historias. Descúbrelo ahora