Capítulo 6

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Me permito la libertad para sacar el móvil y mirar la hora.

Como ya sabéis, necesito controlar todo. Me gusta saber a que hora mato a personas, por llevar un orden.

                                         00:40

-Deja de hacer el tonto-. Ruedo los ojos, me estaba empezando a cansar y es malo que yo me canse.

muy malo.

-Solo puede salir uno de aquí-. Repite colocando la pistola de nuevo en mi frente.

-Una pena que mueras en estas condiciones. Un placer conocerte-. Coloco mi pistola igual que él.

-No creo...-. Comienza.

Pero no le dejo acabar.
Aprieto mi gatillo volándole la cabeza.

Entre tú y yo; yo tampoco tengo paciencia.

El sonido del disparo hace que respire hondo.
Miro por última vez los ojos de aquel hombre, los cuales me piden ayuda en silencio.
Una ayuda, que no le puedo proporcionar.
Había llegado su fin, y yo por suerte, estaba para contemplarlo.

¿No te sientes mal? No se, ¿remordimientos?, ¿lastima?... sinceramente no. Estaba disfrutando viendo como dejaba escapar su último aliento de vida.
Quizás suene un poco cruel, pero así va todo aquí. Si yo no hubiera apretado el gatillo, lo hubiera hecho él.  Además, en cierta parte lo hice por ti. Para que puedas terminar de leer la historia.  ¿Acaso sería lo mismo con la protagonista muerta?. No es hora de muertes.
Al menos aún no.

Me guardo la pistola y veo como cae arrastrando su espalda por la puerta.
Miro mis pies, un gran charco de sangre los rodea.

-Tu te lo has buscado, no me mires así-. le quito la pistola de sus manos casi inertes.

Veo como intenta hablar, pero le sale sangre de la boca. Le cacheo y saco unos papeles, un móvil y unos caramelos.

-Vaya, gracias. ¿De que son?-. Abro uno y me lo como. Menta. -Muy buenos, te daría uno, pero con la sangre no saben igual-.

Me quedo en silencio cuando veo que ya no respira.
Suspiro y le cierro los ojos, agarro su brazo y lo arrastro hasta dentro de uno de los baños.

No es fácil matar a una persona. No es la primera vez que lo hago, y sé, que no será la última. Pero tengo claro que no voy a dejar que nadie me haga daño. Yo estoy sola. Yo me encargo de que nadie, lee bien, NADIE, se atreva a hacerme sufrir, ni siquiera lo más mínimo. No lo permito.

Escucho ruido por el pasillo y cierro la puerta del baño con el cadaver y yo dentro.

-¿Günter?-. Pregunta una voz masculina entrando al baño. -¿La has matado ya?-

Me monto en el retrete y miro por arriba de la puerta. Está mirando la sangre, saco la pistola y le apunto.

-Günter está apagado, fuera de cobertura-. Le sonrío cuando me mira. - llama al 666 y gana su mismo viaje-. Le disparo al pecho tres veces. Tres disparos limpios. Directos al corazón.

Bajo y salgo de allí. Registro al otro muchacho. Saco otro móvil, lo retiro de la puerta y salgo.

Bueno, sabía que volvería a matar, pero no tan rápido.

Camino por el pasillo y salgo de nuevo al local.
Mis ojos se van donde estaban mis dos sospechosos, ya no estaban.
Levanto la vista y veo a siete personas apuntándome con una pistola.

Los tres hombres de la puerta están repartidos por el final de la sala, los dos de la máquina están más cerca Mía de lo previsto y los otros dos de la barra estaban en el centro. Todos con su mirada fijada en mi.

Ahora mismo me siento como en una fiesta de cumpleaños. Cuando todos saben lo que te van hacer, todos saben la sorpresa y como lo van hacer. Y luego estoy yo, sorprendida, porque no te esperabas a nadie. Justamente lo contrario al caso de los auriculares. Ahora eras tú el que se perdía algo.

-Levanta las manos y suelta el arma-. Grita uno de los del medio.

Tengo que salir de aquí, no pienso dejar a mi hija sola...

A PRUEBA DE MI Donde viven las historias. Descúbrelo ahora