Capítulo 3

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                                   22:20

Me dispongo a bajar de mi habitación. Una vez estoy en recepción, camino hasta la puerta.

-¿Va a salir?-. Escucho preguntar a George.

Sin girarme se que está apoyado en el mostrador. Se ha cambiado, puesto a que se habrá duchado hace unos 10 minutos. Puedo diferenciar el olor a pelo mojado sin ni siquiera esforzarme. Ahora si, me doy la vuelta para respóndele mirándole.

-Estaré aquí al lado-. Me limito a contestar. Mi voz es siempre calmada, suave, pareciendo una chica tímida.

-Tenga cuidado señorita-. Me responde. Segundos después estaba entrando en el mostrador, .en el que estaba apoyado, como yo ya sabía.

George me trata como la hija que nunca tuvo.  He de decir que me incomoda.Yo no quiero a ningún tipo de padre cerca Mía. No tengo ni a los míos, si es que a esos se les puede llamar padres, como para aguantar a alguien. Pero por otra parte, me deja estar en el hotel sin pagar nada, solo por eso permito las preguntas.

-Siempre voy con cuidado, George-. Tras responder, salgo por la puerta abrochando mi abrigo. Respiro el frío aire de la noche, ya había oscurecido y las luces se encargaban de iluminar las calles de Manhattan.

Miro a un lado y otro. Con solo esa mirada que dura décimas de Segundos; tengo la calle controlada.

¿Y porqué quieres controlar la calle?, pues por que el local donde tengo que entrar, esta a menos de seis minutos de la puerta del hotel. Y no queremos levantar sospecha, ni que mucha gente nos vea entrar ahí, ¿verdad?. En esta historia tienes que ayudarme, no hacer preguntas.

Salgo por completo de la puerta del hotel y camino hacia la izquierda, dirección central park.

Bien, tenemos a dos mujeres, empezando a caminar por la calle donde yo me encuentro, hablan de sus maridos, sin mucho más que añadir. Típicas señoras amargadas con sus vidas, deseando que llegue la hora del colegio, para perder a sus crios y a su marido de vista. No las culpo, años aguantando a personas día a día, conviviendo con ellas, soportando manías. Es un infierno.

¿No crees?. Yo prefiero la soledad. Te ayuda a pensar mejor las cosas. Sin tener que escuchar opiniones que no has pedido, o que incluso las dan para hacerte daño o para quitarte la idea de la cabeza. ¿No te ha pasado que estabas muy ilusionado con algo, se lo cuentas a alguien, ese alguien critica y tus ganas decrecen? Por que a mi, me pasaba antes. Ya no lo permito.
Por que si quieres hacer algo, lo haces. La opinión de otra persona no cuenta una mierda.
Y ahora dirás ; ¿y se te lo dice por ayudar? ¿Y si lo hace por tu bien?.
Me cansan estas preguntas.
Ni yo he pedido la ayuda de nadie, ni estoy dispuesta a aceptar la opinión de una persona sobre lo que está bien o está mal sobre mi.
Recuerda que eres libre.
Que si te equivocas en algo, es para aprender.
Te vas a chocar muchas veces, pero solo tú decides esquivar con lo que te has chocado; la próxima vez que te lo encuentres.
Quizás no quieres esquivarlo, por que necesites chocarte mil veces más para darte cuenta.
Pero esa es tú decisión.
No de los demás.
No permitas que nadie opine o controle tus decisiones.

Observo y solo había un hombre más en la acera, apoyado en la pared fumando, tenía una bufanda. Por las posturas de sus piernas, podría tener entre treinta a cuarenta años. No menos, por que no estaría solo en una callecita al lado de un club fumando y tampoco más, porque no se apoyaría así en la pared.

Camino hasta el club y me paro enfrente.  La puerta era bastante grande. Con cristales y un toldo verde arriba, donde ponía el nombre del local. 'Macanudo on 63'. A cada lado de la puerta había unas jardineras, con unos setos más feos que el muchacho que veía a través del Cristal, el cual es el que me dejaría pasar.

Empujo la puerta y entro subiendo un pequeño escalón blanco, la cierro tras de mi. Miro al chico a los ojos.

-Buenos noches-. Habla amable. Con una voz seria.
-Lo mismo digo-. Subo cuatro escalones de madera, agarrándome a la barandilla, de madera también, que había en cada lado de las pequeñas escaleras.
-¿Es usted mayor de edad?-. Pregunta directo.

Es cierto que tengo aspecto de adolescente, es más, he salido hace poco de la adolescencia, pero ya tenia los diecinueve años.

-Por supuesto-. Termino de subir mirándole. Me paro delante de él.
-Pase por aquí, señorita-. Me abre las puertas.

Sin nada mas que añadir a esta conversación entro al local.

Me parece inútil que pregunten la edad, sin ni siquiera pararse a comprobar que he dicho la verdad. A este tipo de seguridad me enfrento aquí.
Así es normal que me forre.

Me quito el abrigo y otro señor lo cuelga. Vigilo sus manos por si se le ocurre quitarme algo.

Que es ese caso se llevaría una mierda como este local de grande. Siempre llevo todo encima.

Me siento en una mesa al fondo. Había grandes ventanas, que no servían para nada, puesto que el Cristal estaba tintado de un color azul oscuro para que Nadie de fuera pudiera ver nada de dentro. Una luces exageradas, prefiero la oscuridad. También puedo observar nuevos cuadros en las paredes. A esta hora no había mucha gente. Y así lo quería yo.

Aún faltaban dos horas para que llegaran los hombres.

¿Y por que te vas dos horas antes estando al lado?. Es muy fácil. Para no levantar sospechas. Para parecer una chica delicada, cansada de su vida y que viene a este local a desinhibirse de los demás tomando copas hasta la madrugada. Para que Nadie piense que vengo para observar a dos hombres sospechosos. ¿y quién se daría cuenta?. En caso de que tramen algo fuera de lo común, van a estar más atentos de lo normal, te lo aseguro.

                                     00:00

Mi vista se dirige hacia la puerta. Uno de los hombres entra y se sienta en la barra.

                                      00:02

El segundo sujeto se abre paso ente las mesas del local y se siente junto al primero.

Empieza lo bueno.

A PRUEBA DE MI Donde viven las historias. Descúbrelo ahora