Capítulo 2

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"Me quedé tan sola que podía oír mi respirar"

Cecily Beaufort

Los días siguientes, en casa se mezclaron la alegría y la tristeza. Me sentía orgullosa de mi hermano, era el hombre más bueno del mundo. Honrado, firme en sus decisiones, fiel a sus convicciones, siempre dispuesto a todo, no tenía miedo a nada, y a la vez, era el hombre más dulce y tierno de todos. Lo amaba porque él me había amado primero. Mis padres me contaban que desde que nací, se acercaba a mi madre y tomaba mi mano pequeñita  entre las suyas y sonreía cuando yo cerraba mi puñito alrededor de uno de sus dedos; me cantaba cuando no podía dormir, y recuerdo que desde pequeña, siempre me rescataba de todos los peligros, y si había algo que amaba, era meterme en líos. Si no era una serpiente, era una rama del árbol, la correntada del río, el agua profunda del pozo, problemas con mis padres... infinidad de circunstancias donde él se presentaba a rescatarme o interceder por la inquieta Cecily, luego me apretaba la mejilla y me abrazaba. "Eres una loca, Ceci" terminaba siempre sus oraciones.

Ahora simplemente se iba, y no era un viaje convencional al pueblo, a Londres, o a cualquier lugar de Inglaterra donde yo supiera que estaría seguro, donde sabría el día exacto de su regreso, y donde podría esperarlo al cruzar el puente del camino a casa. No. Esta vez, se iba a la guerra.

Aquella noche, terminamos la cena y luego de oír conversaciones vanas sobre el clima, la comida, algún cotilleo de los vecinos y tramas bélicos que no entendía, apoyé mi cabeza sobre mi mano, claramente agotada; yo en lo único que pensaba era en que se iba, y en cuánto lo extrañaría, fue entonces que sentí un toque sobre mi pierna por debajo de la mesa y alcé mis ojos levemente para encontrarme con los suyos que me sonrieron. Lo vi mirar a mi madre con disimulo y luego movió sus labios "Esta noche, no duermas". Asentí con un parpadeo y no puedo negar que sentí una corriente de adrenalina recorriendo desde mis pies hasta mis pensamientos. Cuando mi hermano decía eso, era sencillamente la señal clara de una de nuestras salidas, de esas que yo amaba.

Terminamos la comida y mientras mi hermano y mi padre se reunían en el estudio, seguro que para hablar de cuestiones de honor y moral, mi madre nos reunió en la sala

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Terminamos la comida y mientras mi hermano y mi padre se reunían en el estudio, seguro que para hablar de cuestiones de honor y moral, mi madre nos reunió en la sala. Yo me quedé de pie mirando la oscuridad, concentrada en todo lo que sucedería al día siguiente, Eve se sentó a su lado.

—Madre, me gustaría que vayamos un tiempo a Londres esta temporada...

—No lo sé Eve, tu hermano no estará, y sabes bien que no tenemos tanto dinero ni posición para poder ir donde tú quieres. (Obviamente Almack's, el antro de elite, donde se codeaban los más adinerados y prestigiosos, sinónimo de condes, duques, vizcondes, etc... todo eso a lo que Eve aspiraba).

—Bueno, pero podría pasar una corta temporada en casa de Georgiana, ellos reciben muchas invitaciones a bailes y reuniones. ¡Por favor madre! Estoy cansada de estar encerrada o sólo asistir a casas de los vecinos... así no conseguiré ninguna propuesta.

Todo lo OCULTO saldrá a la LUZDonde viven las historias. Descúbrelo ahora