Capítulo 18

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"Me estaba enamorando de ese imbécil sin corazón"

Cecily Beaufort

Azucé a mi yegua al galope y luego de un buen rato a lomos de ella y a plena corrida, sentí mis piernas un tanto acalambradas por la silla tan incómoda, pero aún podía divisar el caballo de David que estaba mucho más adelante, y se mantenía por el camino.

Miré al cielo y noté las nubes pesadas, oscuras y densas que se aproximaban y me arrepentí por completo de haber desviado mi camino y haber hecho caso a mi curiosidad y a mis arrebatos sin pensar

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Miré al cielo y noté las nubes pesadas, oscuras y densas que se aproximaban y me arrepentí por completo de haber desviado mi camino y haber hecho caso a mi curiosidad y a mis arrebatos sin pensar. Giré mi cabeza hacia atrás y no tenía la mínima idea de dónde estaba, miré hacia adelante y vi a David tomar un camino lateral entre los árboles. Inspiré profundo y seguí avanzando hasta allí, ya no había vuelta atrás.

Cuando alcancé ese camino que se adentraba en el bosque y que para ese instante se había comenzado a ver oscuro por la tormenta y por la hora que avanzaba, dudé de nuevo, pero ya estaba allí y la locura que había comenzado, debía terminarla.

Cuando alcancé ese camino que se adentraba en el bosque y que para ese instante se había comenzado a ver oscuro por la tormenta y por la hora que avanzaba, dudé de nuevo, pero ya estaba allí y la locura que había comenzado, debía terminarla

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Avancé despacio por el sendero entre los árboles y cuando no pude ver su caballo por ningún lado, mi corazón comenzó a palpitar nervioso, mis manos sudaban y mi respiración comenzaba agitarse. Me sentí perdida en medio de un bosque desconocido, atardeciendo y con las nubes de una tormenta amenazante sobre mi cabeza. Tragué saliva nerviosa y seguí por el sendero para luego de un trecho, divisar el tejado de una vivienda. Me detuve y descendí del caballo, pero al tocar el suelo, un tirón me recorrió la pierna desde el pie hasta el muslo y me apoyé en el tronco de un árbol para esperar que se pasara esa sensación de hormigueo que me recorría y no permitía que asiente el peso de mi cuerpo.

Ligué la rienda de Fancy en una rama y me acerqué lo más que pude, tapada por los árboles y los arbustos.

La fachada de la casa era bonita y humilde, denotaba que allí no vivía nadie de la aristocracia ni mucho menos. Tenía el frente arreglado, flores silvestres y algunos rosales. De repente la puerta de la casa se abrió y una muchacha muy bonita salía de allí tomada de la mano de David. Apreté el ceño y algo dentro de mí se contrajo. Se detuvieron en la escalera que descendía de la casa y ella sonrió mientras se abalanzaba sobre él y lo abrazaba. Creo que todo lo que había cruzado por mi cabeza unos minutos antes, distaba demasiado de aquello. Nunca imagine que se tratara de una mujer.

Todo lo OCULTO saldrá a la LUZDonde viven las historias. Descúbrelo ahora