Extra II

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Entre capítulos 9- 11

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Entre capítulos 9- 11

Acomodé mi camisa y la levita de mala gana, estaba hastiado de hacer todo lo que mi padre consideraba digno o correcto. Miré por la ventana a la oscuridad que cada vez se hacía más intensa y desee volver a casa, sentía el corazón acelerado de solo pensar en ver a Lisbeth, el río, el árbol y mi espacio, pero sobretodo, verla a ella. Hacía tanto que ya su recuerdo se empañaba con los días de ausencias, estaba tan metida dentro de mí que no importaba cuantas muchachas bonitas se me acercaran, o la insistencia de los muchachos para que debutara con cualquiera, yo la quería a ella, su risa estridente, su espontaneidad y su cabello salvaje. Por Dios que extrañarla tanto me dolía.

—David... apúrate ya que papá nos está esperando...

—Sí... ya voy. —dije de mala gana. Odiaba esos compromisos y la parada obligada en Londres para ir a casa de Georgiana me hastiaba. Estaba harto del todo.

Terminé de acomodarme el moño y subimos al carruaje.

—Cambia esa cara David... —insistió mi padre con esa voz altanera e intimidante.

—Claro papá. —Hice una sonrisa irónica y Peter rio por lo bajo.

Traté de concentrarme en que esa era la última noche allí, y que al menos vería a Camille.

Mi padre y Peter que lucía orgulloso su uniforme y su insignia de oficial, entraron al salón mientras yo decanté por saludar a los anfitriones y pasear por el jardín, donde la música se oía más bajo y se sentía el perfume de las flores que ahogaban un poco el olor de Londres.

Me entretuve en una conversación con algunos oficiales, compañeros y algunas damas que francamente se me hacían sosas por donde las mirara y entonces, cual un espejismo en medio de aquel jardín, la vi. No sé cuánto tiempo me detuve en su cabello recogido y aquel vestido elegante y refinado, que distaba tanto de cómo la recordaba. Por un instante temí haberla perdido, que se hubiera convertido en una de esas señoritas remilgadas y caza maridos que detestaba.

Mi corazón se había pausado y el aire parecía no entrar dentro de mí, temía acercarme, temía hablarle y sobretodo, temí que lo de Liam hubiera cambiado algo en ella, algo de todo eso que amaba. Sabía que él le había escrito, sabía que ella estaba al tanto de algo, y me había jurado cuidarla de lo que fuera.

—¿Peste? —dije finalmente, pues otra vez prefería erigir esa defensa delante de mi corazón, no quería que me lastimara.

Se volvió hacia mí y casi muero. Estaba tan hermosa que me quedé sin palabras, nos miramos un instante en que no tenía idea de lo que ella pensaba y yo contenía mis brazos que querían estrecharla y sentir su aroma. Me acerqué y la miré tratando de parecer lejano y al mismo tiempo tratando de que no notara mis nervios.

—Vamos ya... di lo que tengas que decir... —me dijo y por dentro sonreí. Era ella, era mi Ceci.

—Vaya que has cambiado... El vestido esta bonito, pero se vería mejor en otro cuerpo... es que sigues tan delgada, tan flacucha, tan pálida. —quería matarme por tonto, pero era inevitable... apenas si podía respirar teniéndola cerca y ella me miraba con un fastidio que me dolía.

Todo lo OCULTO saldrá a la LUZDonde viven las historias. Descúbrelo ahora