Capítulo 9

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"Mi plan A: casarme con cualquier oficial que me acerque al secreto"

Cecily Beaufort

—Tu padre está aquí, Camille. —miró hacia él con desinterés.

—Sí...

—Ah... creí que no lo habías visto...

—Mi madre me dijo que vendría, pero no lo había visto. Enseguida regreso. —la vi levantarse y acercarse a él para saludarle, por lo que me apuré a acompañarla.

Atravesamos la pista y nos dirigimos al grupo de caballeros donde él se encontraba.

—¿Padre?

—Camille... —la besó en la mejilla y yo temblé al oír su voz tan cercana, recorrí en un segundo todo lo que había oído aquella noche.

—Recuerdas a Cecily ¿verdad?

—Claro que sí... ¿Cómo está señorita Beaufort? —me quedé hipnotizada por su rostro y sus palabras, deseaba gritarle todo, que lo odiaba, que sabía todo lo que le había hecho a Liam, y que yo era el cabo suelto que él buscaba.

—Buenas noches señor Bradley. —tomó mi mano y la besó. El asco más grande me invadió y sentí arder el lugar donde había rozado su boca. —Muy bien, ¿y usted?

—Muy bien, es muy amable que lo pregunte. ¿Cómo se encuentra su padre? Hace mucho que no voy por allí.

—No lo veo hace unos meses, pero allí está, tratando de seguir adelante...

—Me imagino... un hijo es lo más preciado que tenemos. Y Liam era un hijo y un hombre ejemplar. Digno hijo de su padre, criado con los estándares de moral más altos. —lo oí y deseé abalanzarme sobre él y matarlo. Yo sabía más que nadie como era Liam.

—Sí señor, así era. Intachable, noble y sincero. Incapaz de lastimar a nadie ni de hacer algo indebido. —mientras pronunciaba todo eso lo miré a los ojos, no quité ni un segundo mi mirada, no la moví ni un ápice. Él me oía atentamente y asentía con cara de pesar, temblé ante el enemigo por primera vez, pues vi en él la frialdad y la capacidad de mentir. Me sentí pequeña de nuevo, como aquella noche en el río. Yo no podía ser así, no podía mentir descaradamente o fingir con semejante descaro.

—Lo que más lamento es como han cambiado las cosas... mis hijos y ustedes siempre han sido tan unidos, desde pequeños.

—Es el deber... el compromiso con el Reino. El tiempo pasa y todo cambia... —él asintió.

—Me alegro verla... hágame el favor de decirle a su padre que no vaya a faltar para el baile en la casa. Estaremos un tiempo y quisiera conversar con él. —afirmé con mi cabeza en silencio, pero quedó sonando en mi pensamiento "estaremos". ¿Quiénes estarían? ¿Peter y David volvían también?

 ¿Quiénes estarían? ¿Peter y David volvían también?

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