Una lluvia de estrellas inundó el cielo nocturno. Esta sensación es tan similar a la de mis sueños que me aterra el pensar que es uno más de ellos o que, tal vez, al despertar no vuelva a recordar esta imagen nunca más. Cada estrella cae como si hubiese esperado toda una vida para hacerlo. En cada pequeña luz se ven signos de libertad, como si todas escapasen de un encierro, de la norma que indica que deben permanecer estáticas sin presentar siquiera un pequeño movimiento más que el de su brillo al apagarse y encenderse cada vez que, respectivamente, el sol sale y vuelve a ocultarse con el transcurso de las horas. Las estrellas, desde mi retorcida mente, anhelan la más pura independencia: Brillar en cada sector sin un día, sin un horario, debajo de un mismo cielo, sin estar atadas a remotas leyes estelares enlazadas a la prohibición de su colectivo libertinaje. Cada una resplandece de forma totalmente distinta, como si jamás pudiese volver a hacerlo, como si fuese la última vez en que sus chispas realizan su trivial aparición. Tal vez este escrito no sea más que otra de mis irrelevantes reflexiones de madrugada pero, sin embargo, puedo atreverme a dejar en vacías palabras mi siguiente afirmación: El arte vive en las estrellas y, lo único que es realmente libre, es el arte.
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La metáfora de las estrellas.
Poetry- - Me propuse juntar todos mis escritos en un solo libro el mismo día en que me rompieron el corazón, y este es el resultado. - - "El arte vive en las estrellas y, lo único que es realmente libre, es el arte." Alin Dueña.
