«18» Utópica irrealidad.

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Un alma sumergida en un profundo resentimiento
descansa siendo expuesta a trivialidades
regidas por leyes existentes
en una sociedad del más ilógico consumo.

Ella descansa pero no en paz:
Es perseguida por sus infinitos demonios,
por sus tan ignorados fantasmas,
por lo que pudo haber hecho pero no hizo,
por los errores que el tiempo nunca borró.

Él, en aquél entonces, vestía un traje negro
y sus ojeras se escondían detrás de un par de lentes.
La invitó a soñar,
introduciéndola en un mundo que, a futuro,
rompería por completo su cordura:
Una utópica irrealidad.

Le propuso matrimonio
a tal joven mujer repleta de inocencia
que, a su vez, era consciente de todo lo que obtendría
si aceptara aquella infeliz propuesta.

Vivió varios años al lado de un hombre
que, claramente, no amaba;
y él tampoco lo hacía
pero la necesitaba para olvidar y quebrar su soledad,
lejos de cualquier bar ubicado en su ciudad natal.
Ella también lo necesitaba
para lograr salir de la pobreza en la que había crecido:
"Conmigo nada va a faltarte", fueron sus palabras
y cumplió con cada letra de principio a fin.

Sus sueños estaban muertos:
Yacían sobre el frío suelo de sus recuerdos,
siendo maltratados por un pasado desgarrador
y un presente inexistente.

Aquél hombre la asesinó un día después de su boda,
enterrando su cuerpo en la oscuridad de un bosque,
y depositó cada centavo en interminables copas
pertenecientes a ese tan conocido bar de su ciudad natal
e intentó olvidar nuevamente su soledad,
aquella que él mismo había creado.

Ella descansa pero no en paz:
Nadie jamás supo de ella,
ni siquiera su propia inconsciencia contiene tal saber
y recorre sin rumbo mundos imaginarios,
conociendo personas que también murieron,
nadando sobre utopías,
con la compañía de un anhelado y falso amor.

La metáfora de las estrellas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora