«58» Carta para un amor desafortunado.

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Querido amor desafortunado:

   ¿No esperabas que te escribiera otra vez? Me alegra que sea así. Ya sabés que me gusta ser ocurrente, que la vida me llene de sorpresas una y otra vez. También me gusta escribir -escribirte para ser exacta o, mucho más exacta por si lo deseás, escribirnos-. También me gustás vos, pero prefiero dejar eso para más adelante. Hay tantas cosas que me gustan, ¿qué me contás por tu lado? ¿El destino ya te cruzó con alguna pasión? ¿Algún sueño revolotea por tu mente sin cesar? ¿Sos de esas personas que le piden deseos a las estrellas? Ojalá que sí. ¿Sabés? Me apego a las personas que se animan a soñar, y es que hay que ser valiente para tomarse el atrevimiento de escapar de la realidad por un par de minutos. Personas que huyen de lo estructurado, de lo establecido. Personas libres que viven del arte, que sienten sin miedo, que se entregan al cien por cien a las manos de un difamado Cupido.
   Pero hay algo que no entiendo, ¿realmente pensaste que ya no iba a escribirte? Qué ingenuidad la tuya, porque podría escribir ahora mismo un poemario y que el título lleve tu nombre. Espero que tu ingenuidad no cause que mis letras desaparezcan de tu inconsciencia. Sólo voy a aventurarme a pensar que una parte tuya aún me sabe como poeta. No tengo certeza de nada, para serte sincera, y el cálculo de probabilidad que hice sobre nuestro futuro sólo me impulsa a continuar dudando. Quizá mi destino esté poniéndome a prueba una vez más y, aunque la lógica muchas veces sea mi fuerte, nunca pude resolver los enigmas del amor.
   Mis únicas verdades son, en primer lugar, mi soledad y, en segundo, que te quiero. Bueno, quizá decir que te quiero sea apresurado. No sé qué siento: muchos lo llaman amor y otros atracción, pero mi romanticismo indica a ciencia cierta que va a concluir en un amor unilateral que va a llevarse algún que otro poema. Quizá se haga realidad. Quizá en unas semanas nos reencontremos en mis letras, y yo tenga el corazón roto; o quizá no, quizá te escriba y me hayas transformado en la mujer más feliz del mundo. Sólo voy a tomarme el atrevimiento de sentirte, ¿estás de acuerdo? Y escribirte de vez en cuando, o cuando mi corazón se esté desmoronando, ya sea por felicidad o por tristeza. Quién sabe, amor, sólo el destino va a darme las respuestas que estoy buscando hace tantas horas. Mientras tanto, voy a sumergirme en los párrafos de un escritor que me llena el alma, para luego tratar de escribir evitando que vivas en mis textos. No porque no quiera darte el papel protagónico, no me malinterpretes, sino más bien porque ya lo sos, y no quiero que lo que siento se convierta únicamente en un lápiz y un papel, en palabras vacías que lectores van a asociar con sus propios amores. Quiero que sea sólo nuestro, que estos sentimientos sean eternos entre vos y yo. Así que, si querés verme, no me busques acá. Quizá ahora logres hallarme en los sitios más remotos y misteriosos de un escritor: las letras que nunca logró plasmar.
   En fin, amor desafortunado, anhelo que la vida se ponga a nuestro favor y logres encontrarme entre versos jamás escritos.

Te espera, una poeta impaciente.

La metáfora de las estrellas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora