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Gracias a las pociones y cuidados de Harry, tanto Hermione como Draco se curaron de su considerable catarro. La relación entre ellos continuaba viento en popa. Es cierto que discutían, como cualquier otra pareja, y en ocasiones podían pasar incluso un día entero sin dirigirse la palabra, pero se querían muchísimo. Por supuesto desde la noche de fin de año, el rubio ya no había vuelto a dormir en el sofá, desde entonces ambos compartían la cama de la castaña.

El tiempo había pasado muy rápido durante los últimos meses, y ya estaban casi en abril. El Ministerio no tenía ni la más mínima pista del paradero de Malfoy y gracias a eso ella estaba tranquila, aunque no por eso había dejado de buscar casos de juicios anteriores que pudieran servir de ayuda, ya que tarde o temprano deberían enfrentarse a la justicia mágica.

***

Se encontraba la Gryffindor en su consulta, como siempre, cuando alguien tocó a la puerta antes de entrar.

- ¿Salimos a comer, Hermione?- Preguntó Jeremy desde la entrada.

- Claro, recojo un poco la mesa y voy.- Confirmó ella con una sonrisa.

Después de lo ocurrido entre ambos durante la Navidad pasada, su relación se había enfriado, pero con el paso de los meses y el trabajo en equipo que realizaban, habían conseguido recuperar su amistad. Ahora tan solo eran colegas de profesión que tenían una agradable confianza.

La muchacha terminó de guardar unos expedientes en uno de los cajones, cuando al levantarse sintió un mareo que le hizo perder el equilibrio.

- ¿Hermione, estás bien?- Preguntó el medimago alarmado al ver lo ocurrido, mientras corría a su lado para ayudarla a sostenerse.

- Sí.- Respondió ella todavía aturdida.- Solo ha sido un mareo.

- Deberías sentarte un poco antes de irnos.- Le aconsejó el chico.

- No. Mejor vámonos ya.- Insistió ella caminando hacia la puerta con ayuda de su colega.- Tal vez sea una bajada de tensión. Estoy segura de que si como algo me sentiré mejor.

- Está bien.- Aceptó al fin ayudándola a caminar.

***

- Ya estoy en casa.- Anunció la chica con voz algo más apagada de lo normal.

- ¿Estás bien?- Preguntó el rubio acercándose a ella con la preocupación gravada en el rostro al verla en ese estado.

- Sí, no te preocupes.- Dijo restándole importancia.- Es solo que estoy cansada. Voy a ponerme el pijama y a acostarme. Aquí tienes tu cena.- Concluyó la chica dándole un tierno y corto beso antes de dirigirse a la habitación.

Ante la actitud de la muchacha, Malfoy se quedó preocupado y pensativo, pero llegó a la conclusión de que era normal que estuviera tan cansada. Después de todo, se marchaba a trabajar temprano y hasta la noche no volvía. Debía ser agotador estar todo el día fuera de casa atendiendo a personas enfermas.

Todavía estaba sumergido en sus pensamientos cuando oyó un golpe proveniente del cuarto, ante este hecho salió corriendo como alma que lleva al diablo para ver qué había sucedido.

- ¡Hermione!- Exclamó aterrado cuando al entrar vio a la chica en el suelo aparentemente inconsciente.- Hermione, despierta, por favor.- Suplicó acostándola sobre la cama.

- Draco.- Lo nombró ella con voz débil.

- ¿Qué te pasa?- Preguntó angustiado.

- Me he mareado y antes de poder agarrarme a algo he caído al suelo.- Explicó con la voz algo más clara.

- Voy a llevarte a San Mungo ahora mismo.- Sentenció cogiéndola en brazos.

Amor SecretoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora