22 de noviembre del 2013.
Viernes por la tarde, recién bañada. Como aún el sol no se esconde, decidí vestir de jeans y una chaqueta amarilla en vez de mi pijama rosa. Estoy recostada en mi cama, pensando en la nada, pensando si ser docente es la carrera de mi vida, si realmente sirvo para algo, si realmente ese chico sonrío a una chica con demasiados complejos. No dejo de pensar en ello, fueron quince segundos que mi mente manipuló mi cuerpo y se quedó quieto, observando sus ojos, sus bellos ojos.
Vibra mi teléfono celular y es un mensaje de facebook, dice “Hola”. Y según es de un tal Austin Wallace. En cuanto veo el nombre recuerdo la noche de hace dos días donde acepté a Gerardo y rechacé a Austin, creo que lo hice al revés. Al final, decido responderle con un simple “Hola”.
Estoy en la cocina, mamá preparó papilla verde, mi favorito. Y admiro el arroz que lo acompaña que tanto me gusta.
—Emery, pon atención, ponte a comer hija. —Dice mi papá. A veces no sé si me está diciendo algo o me está regañando, tal vez es por su voz tan grave.
—Emery, ¿Pasó algo? —Dice mi hermano menor, Aaron. Que, para mí, se expresa muy correctamente a la edad de 10 años.
—No pasa nada. —Me concentro en mi comida.
—Has estado muy callada éstos últimos dos días.
—No tengo nada, hermanito, come. —Digo dulcemente.
—Hija, cierto. No nos has contado nada de cómo te fue el día del baile de invierno. ¿Cómo la pasaste? —Me lleva el demonio. No quiero contarles lo mal que la pasé, a excepción de la sonrisa de aquel chico en la que no puedo dejar de pensar por alguna razón.
Cuando voy de regreso de la escuela, uno que otro chico, niño o extraño me sonríe y le devuelvo la sonrisa de manera natural. Hoy que me miré al espejo, no encontré razón alguna por la que un chico desconocido haya encontrado en mi una razón para sonreír, y eso no me deja tranquila.
—Bien, ma. Me fue bien. —Solo consigo decir.
—¿Y John siempre si te invito a bailar? —Dice mi insensible hermano, el otro.
—Ya sabes la respuesta. —Digo antes de que haga que pierda mis casillas.
Trevor y Aaron son polos totalmente opuestos. Trevor es directo, frío y muy seguro de sí mismo. En cambio, Aaron es muy noble, inseguro, pero buen estudiante. Recuerdo que juegan videojuegos cada viernes cuando Aaron regresa de la escuela. Es lo único que los une y lo que evita que discutan todos los días. Alabado sean los videojuegos.
Regreso a mi pequeña habitación, comparada con la de Trevor y Aaron. Ocupan casi todo el espacio de la sala y cocina juntas, lo dividen a la mitad. Y yo solo tengo espacio para cama, burós, escritorio y ropero. Siempre desee una habitación más grande. Me voy a mi teléfono y tengo un mensaje.
Austin Wallace: ¿Cómo está?
Yo: ¿Bien y tú? — ¿O usted?
Austin Wallace: Pues bien ¿Y qué está haciendo?
Yo: Escucho música y usted? — Esto es extraño.
Austin Wallace: También. ¿Qué música escucha?
Yo: Pop en inglés. ¿Y usted?
Austin Wallace: También, sólo que yo escucho más de los 90’s—«Qué»
Yo: Ja, que curioso, también yo.
Austin Wallace: ¿Y se puede saber cuál es su grupo favorito? —No creo que lo conozca, no pierdo nada con decirle.
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Dreamer 🌸 Llénate de lo que no has vivido.
Подростковая литература-ELLA QUERÍA SER ALGUIEN, ÉL QUIERE SER ALGUIEN PARA ELLA. 🌟 . Una adolescente en busca de su identidad al lado de su familia y amigos comienza a tener un concepto del amor al mismo tiempo que vive otra dimensión en las noches. ✨