7 de noviembre del 2013
—Atención chicos. He revisado sus proyectos finales y sus antologías literarias fueron buenas, pero hubo una en especial que me impactó demasiado, fue extensa, a mano y los ejemplos vienen muy bien analizados. Señorita Taylor, muchas felicidades.
Apenas entro en razón cuando la maestra de redacción dice mi apellido y sólo consigo decir. —Gracias.Todos me ven, es extraño tener la atención de todo el grupo, normalmente soy invisible para la mayoría, excepto por Kenia, Edward y las chicas del otro lado del salón que me hacen menos desde que tengo memoria. La atención no dura mucho tiempo. Tomo mi asiento y puedo sentir que todos apartan su mirada, excepto alguien. John.
Me mira, con una sonrisa ligera, y mi cara se paraliza. —¿Qué pasó? —¡Diablos! ¿Fui yo la que preguntó eso?
—Nada, nada. — Dice el chico que me gusta de manera tan tranquila, que no sé si realmente esto sea real o una de mis ilusiones.
—Okay. —Respondo y mi vista apunta en mi antología literaria, pero realmente mis ojos están en lo que acaba de pasar. Todos piensan que sonrío por un trabajo que me costó tantas noches hacer. Y yo ya no sé porqué estoy sonriendo como una niña estúpida, que eso es lo que soy.
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Estoy con Kenia y Edward en un trabajo de equipo y como siempre, Kenia queriendo llamar su atención, pero Edward es tan estúpido como para notarlo, juegan entre ellos y me siento un mal tercio en la mesa. Como de costumbre, Kenia y yo somos las que hacemos el trabajo, pero ella hace más que yo, ya que hace la parte que le toca a Edward. Una voz me distrae y es la maestra que tenemos en clase. Es la maestra de formación.
—Chicos, me mandó a decir su tutora, que el baile de invierno de adelantará para éste 20 de noviembre, así que vallan buscando su pareja.
Olvidé el famoso baile de invierno, que normalmente se hace en diciembre y es sólo para los chicos de último año, éste año no me toca pagar, me toca disfrutar. No sé si aterrarme por saber que estoy a casi medio año de mi examen a la preparatoria o por no tener idea con quién voy a ir. Sería una reverenda estupidez pensar, que John sería mi pareja. Eso ocurre sólo en mis ilusiones, la mayoría imposibles.
Mi querida mejor amiga no pierde el tiempo y le pregunta a mi querido mejor amigo si quiere ser su pareja y él asienta, ya que su novia no puede estar en el baile. En pocas palabras, Emery no tendrá compañero de baile.
No creo que llegue un chico en medio de la nada, de cualquier grupo y me invite, soy demasiado para un baile.
—Emy. ¿Con quién piensas ir? — Llega Kenia con un entusiasmo que hace que desaparezca mi lluvia de ideas negativas sobre el baile.
—No lo sé, es más, no creo ir. — Quisiera mentirle, pero no puedo. Y creo que no ir sería una opción, así no estoy de mal tercio con mis mejores amigos y me quedo en mi casita, viendo películas y comiendo palomitas toda la noche.
—¿Y con quién se supone que la voy a pasar? Emery, tienes que ir.
—Pues con Edward, no se van a despegar ni un segundo, además....
—Además que vas a estar con nosotros. No estaré pegada con él como siempre, ni siquiera somos pareja como tal, el tiene novia, aunque me duela muy en el fondo.
—Kenia, no lo sé. No tengo ni ropa, ni muchas ganas. Sólo soy amiga tuya y de Edward.
—Mi querida mejor amiga tiene que ir. Ya no puedes seguir estando escondida. —Interviene Edward y su entusiasmo es tanto que me ha convencido un poco.
—Les enviaré un mensaje si cambio de opinión. —Consigo decir.
—Anda, te divertirás, Emy. — Dice Edward, finalizando la conversación y mi lluvia de seas cambia ligeramente de un no a un tal vez, pero sigue siendo no.
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12 de noviembre del 2013.
Todo el sábado mi mente tiene enfocada en tres palabras: baile de invierno. Estoy a una semana y no tengo idea si ir o no. Estoy en la computadora buscando test vocacionales para saber elegir bien qué es lo que quiero estudiar. Lo hago en menos de cinco minutos y parece que voy para médico cirujano. Me idealizo siendo un médico cirujano, operando un trasplante y la piel se me pone chinita al pensar que la vida de alguien está en mis manos en este momento. Dejo fluir mi imaginación y veo morir al paciente...
—Emy, ¿No quieres fruta? — Entra mamá azotando la cortina de la entrada y me asusta tanto que siento un escalofrío en la espalda de arriba a abajo. —¿Todo bien?
—Si.... Bueno, no. —No le puedo mentir.
Mamá es la única guía que tengo para que mis crisis existenciales no salgan de control.
—¿Por qué hermosa? — Sé que no va a parar de preguntar hasta que sepa que tengo y pues, no se cual de todas mis inquietudes contarle, por ejemplo: "¿Voy o no al baile? ¿Qué es eso que impulsa a seguir? ¿Por qué no soy bonita? ¿Por qué soy tan idiota? ¿Por qué no hago lo que quiere mi padre? ¿Crees que medicina sea la carrera para mí?" veo la mano de mamá que pasa por mi vista tan perdida.
—Hice un test vocacional y según esto, mi carrera es medicina.
—Ya veo y ¿Crees que medicina va a ser la carrera para ti?
—No lo sé. —Quisiera decirle más, pero mi mente está bloqueada aún con la escena del paciente muerto. —Pues creo que mis resultados fueron porque me gusta servir a los demás y prestar atención a problemas de salud. Mamá revisa las demás preguntas y después de un rato me mira extrañada.
—Emery, —Me sonríe y le devuelvo la sonrisa, ¿Cómo no sonreír a mamá? — ¿Confías en mí?— Esa pregunta me quita la sonrisa y me paraliza.
—Sí. ¿Por qué la pregunta?
—Si yo te dijera que tengo la carrera para ti, ¿Me creerías? — «No, no te creería» dice mi subconsciente, pero mi boca contesta lo contrario.
—Si. Depende de qué carrera es. —Mamá se para de la silla y pone la cara que más me asusta, indica plática y sermones.
—Veamos. Algo que yo te diré es que te llamaban la atención más las letras, que los números. Entonces, definitivamente tu carrera no está en matemáticas. —Tiene razón, odio las matemáticas y su maldita exactitud. —Ahora... Háblame de la maestra Airem, de preescolar.
—Mamá, sabes que tiene toda mi admiración en todos los sentidos de la palabra, ella es la mejor maestra del mundo. Me enseñó a leer, que es lo que más amo hacer. Me enseñó a hablar y a exponer temas, hizo que me expresara yo misma....
—Emy, muchas felicidades preciosa, has terminado tu cuadernillo de lecturas, estoy muy orgullosa de ti. —Mira a mamá— Señora Taylor, su hija tiene mucho potencial en exponer y leer.
Salgo de mi pequeño salón agarrándole la mano a mamá, sonriendo, sin ninguna preocupación.
—¡Quiero ser como ella!, Mamá, ¡Quiero ser como ella! Airem! ¿Pero ella que es?
—Es maestra, Emmy. ¿Quieres ser como ella? ¿Quieres hacer lo que ella hace? —Su sonrisa me causa demasiada tranquilidad.
—No, no quiero ser como ella. ¡Quiero ser maestra!
Mis ojos se abren como platos pequeños para postres y sonrío como niña de cinco años, como en aquel recuerdo.
—¡Vualá! — Dice mamá devolviéndome esa sonrisa, esa que tanto me tranquilizaba de pequeña.
—Maestra. —Digo esa palabrita, qué tal vez es mi futuro. Esto calmará mis noches, me definirá. Es una probabilidad de que pueda acertar a tan sólo una de tantas preguntas que tengo sobre mi existencia. No quiero definirme por sólo una profesión, sino por una virtud."En busca de su identidad, alguien le hará conocer su mayor virtud"
¡Sorpresa!
Aquí el segundo capítulo ❤️ Me encantaron las críticas que me respondieron. 🌟🙌🏼
Espero muchas más.
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Dreamer 🌸 Llénate de lo que no has vivido.
Ficção Adolescente-ELLA QUERÍA SER ALGUIEN, ÉL QUIERE SER ALGUIEN PARA ELLA. 🌟 . Una adolescente en busca de su identidad al lado de su familia y amigos comienza a tener un concepto del amor al mismo tiempo que vive otra dimensión en las noches. ✨