Capítulo 9. Honor.

43 6 0
                                    


Estoy en la escuela, concentrada haciendo una actividad de historia. Memorizo los datos y a la vez tengo en mente una de mis canciones favoritas. Es de las pocas veces que siento que disfruto una clase.

En receso, Edward se va inmediatamente con David, su mejor amigo. Creí que la pasaría con nosotras, hasta que recordé que está peleado con Kenia. Comienzo a imaginarme una vida, teniendo a mis dos mejores amigos como novios, sería divertido, pero doloroso para mí. Estaría sola casi todo el tiempo, más sola de lo que estaba antes de conocerlos.

Mi historia con Edward fue extraña. Un proyecto de Artes nos juntó cuando entramos a la secundaria. Es bueno dibujando, pero pésimo para escribir. Nos empezamos a juntar en los recesos; pero en octavo, conoció a David, y al paso del tiempo se hicieron mejores amigos. Un día tuvo un fuerte problema con su familia, y por alguna razón me llamó por teléfono una tarde. Lo apoyé como pude. Al siguiente día decidió juntarse conmigo, pero ya era amiga de Kenia. Ese día fue el primero que estuvimos los tres juntos, y después de casi cuatro meses. Nada ha cambiado, hasta ahora. No pensé que Kenia llegara a enamorarse de él.

—Emy, noté que terminaste rápido el trabajo de historia. —Fui la primera en entregarlo. Es la primera vez que me pasa en esta materia. Normalmente ésta maestra se caracteriza por tener un semblante muy alegre y activo, por lo tanto, nos deja trabajos muy laboriosos, pero que, a fin de cuentas, lo aprendes porque lo aprendes, ahí no necesito repasar.

—Sí, es extraño, me inspiré. —Sonrío.

—No te quiero asustar, pero no has hablado, ni mencionado a John en lo que va de la semana.

«John»

¡Ay Dios! No sé por qué no he pensado en él. Normalmente siempre veo cuando entra, o lo escucho cuando hace un comentario fuera de lugar. Mi cara refleja lo que siento: Asombro.

—¿Qué le pasa a Emery, la loca? —Dice Kenia riendo y yo aún no sé qué responderle, porque ni yo sé qué es lo que me pasa.

—No tengo idea Kenia. —Respondo lo más seca que puedo.

—Distraeme, porfa. —Se acomoda su cairel que tiene en la frente. Aprieta sus labios y sus ojos los tiene brillantes. —No soporto que llevo más de un día sin hablar con él  y al parecer a él le vale madres. Nunca le importé como amiga, mucho menos como algo más… Jamás pensé enamorarme de Edward.

Quiere levantar su mirada pero no quiere por alguna razón. Le da vergüenza que la vean llorar. Así es ella.

—Hablaré con él mañana. Tengo que estudiar amiga.—Kenia me ve con los ojos entrecerrados y los labios más largos que le he visto.

—Ya no hay tareas Emy, se acabó el bimestre ayer.

Me pasmo y tiene razón. No tengo más tareas, pero ahora no quiero enfrentar a Edward, menos en frente de David.

—Tengo que pensarlo bien. No quiero que esto nos separe. Me gusta estar con ustedes, aunque me hayan abandonado en el baile de invierno.

—Lo siento. —Dice sonriendo con los dientes de fuera más de lo normal.

El sonido de la puerta del salón de clases es tan fuerte que me distrae de la charla con mi mejor amiga. Es la secretaria. Seguramente pregunta por un alumno para llevárselo a reportes. Regreso a querer hablar con Kenia hasta escuchar “Emery Taylor” con la voz dulce de aquella señorita. Seguido escucho abucheos de mis compañeros, añadiéndo miradas distintas: Odio, impresión y gestos como si hubiera hecho algún oso. La mirada  que más me impresiona es la de Jhon que me mira con una sonrisa coqueta que me ruboriza. Una vez más soy el centro de atención mientras voy caminando hacia la secretaria. Por dentro estoy deseando que esto no se haga costumbre.

Salgo del salón y Vicky está afuera también. Ella fué de las primeras chicas a las que le hablé cuando entré a la escuela. Fué amiga mía antes de que ocurrieran las acciones que hizo que la palabra autoestima perdieran significado en mi vida. Es la chica más alta del salón y sus 182 centímetros de altura lo saben. Es de tez güera y bastante inteligente. Lleva la racha igual con Kenia y siempre voy detrás de una o de la otra. Llevamos las mejores notas aunque yo no me haga muy presente en el cuadro de honor. Sigo sin entender la razón de la secretaria al nombrarme. Vicky me mira como si se hubiera sacado la lotería y le respondo la sonrisa después de unos segundos.

Me hacen sonreír las verdaderas sonrisas de los demás. Tal vez porque apenas estoy conociendo la mía.

—Vallan a arreglarse.—Dice la secretaria con la que apenas y he cruzado palabra.

—¿Para qué o qué? —Mi ignorancia responde.

—Mmm ¿Será porque tienes el mejor promedio de tu salón? —Responde aclarando mi mente con una sonrisa cálida con dientes blancos y derechos. —Bienvenida al cuadro de honor Taylor.

«Estaré en el cuadro de honor» Miiierrrrrdaaaaaaa.

Mi deducción llega a mi boca provocando el grito más fuerte que he hecho en éste lugar. Vicky me mira y acompaña mi asombro gritando también. Por inercia nos tomamos de las manos y corremos hacia el baño, donde ya anhelo ver la sonrisa que tengo ahora. «¿Con que así se sienten las sonrisas verdaderas?» Esas que son imposibles de ocultar.

Me miró al espejo y me mantengo intacta. Me encanta mi tono de piel rojizo y mis labios rosas. Me he ganado la lotería, sólo que en lugar de dinero son permisos para salir.

El sonido de la foto fueron los mejores segundos. No he dejado de sonreír. Vuelvo al salón con Vicky y los abucheos se hacen presentes, sólo que esta vez son con aplausos. Continuaron hasta que veo la cara abrumada y más celosa que nunca de Kenia Reynolds.

Recuerdo que ella siempre ha estado ahi, incluso antes de ser mi amiga y esta es la primera vez que no está. Veo a Vicky sin razón y sigue sonriendo, pero mi cara no devuelve la sonrisa está vez al recordar que ella y Kenia no se llevan bien. No sé cómo Kenia reaccione por esto, más al ver por la ventana cómo gritamos y nos largamos al baño.

Finalizan las clases, veo a Kenia para despedirme en el pasillo diciéndole “Adiós mujer”. Pareciera que su mirada está viendo a un fantasma, ajusta su mochila de tirantes azul marino y se va.

De camino a casa pienso en dos cosas que están algo inestables. La culpa por saber lo mal que se lleva Kenia con Vicky y sonreírle. O la tremenda felicidad que tengo por haber logrado estar en el cuadro de honor. Mis noches sin dormir y el café en las mañanas valieron la pena. Me imagino a mi familia feliz por esta noticia, me imagino bailando en todo el día. Pero no puedo imaginar mi sonrisa, la de mis padres, mucho menos  la de Austin aunque jamás la he visto.

Llego a casa y me asombro otra vez al ver que tanto la cocina, como la sala de mi casa, están limpias. Veo mi teléfono. Al parecer, lo dejé en la sala. Tengo un mensaje de Austin diciendo:

Austin Wallace: —Te hablo cuando llegue a casa, preciosa :3

Esta vez no hay que hacer, así que me destino a ir a mi habitación. Es extraño no tener nada que hacer, pero eso es una desventaja grande para mí. Entre menos cosas hago, más pienso en lo que será de mi vida. Por tanto, la única opción que tengo es dormír. Entro a mi cuarto y aviento la mochila por lo pesada que está. Me siento helada, pero no es por el clima sino por lo que mis ojos están presenciando. Es una una joven, aproximadamente de 17 años está tendida en mi cama, semidesnuda. Mi mente me indica que tengo que gritar como hace unas horas y lo hago.

Dreamer 🌸 Llénate de lo que no has vivido.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora