Dreamer 🌸 Llénate de lo que no has vivido.

Capítulo 11. Deseo.

Yo:—No tengo una respuesta ahora, pero te la diré lo más pronto posible. 

Austin:—¿Fui muy precipitado verdad?

Yo:—Si mi niño.

Austin:—Lo siento preciosa.

Yo:—Jamás te molestes en decirme tus sentimientos.

Austin:—No lo haré y menos cuando se trata de ti amor.

Yo:—Esta bien. ❤️

Austin:—¿Ya mero te vas?

Yo:—Si. La verdad es que si me diste un tema en qué pensar toda el día.

Austin: —Sólo basta escribir, si quiero ser tu novia y ya, no es mucha ciencia.

Yo:—Ja ja. Que graciosito. Y ya tengo que irme. 

Austin:—Escríbame cuando llegue a casa, si es tan amable.

Yo:—Está bien mi niño.

Austin:—Quiero que seas mi niña, Emmy. No olvides sonreír.

Yo:—Espero no tardar en mi decisión, mi niño.

Salgo de casa al Corsa de Trevor. Estoy nerviosa por la última limpieza de dientes que me harán por los brackets. Sigo sintiendo los dientes raros desde que me los quitaron, pero éste dilema hace que los nervios desaparezcan. Aún no soy novia de Austin, y su presencia cibernética hace que olvidé todo pensamiento. Si fuera su novia me haría olvidar hasta que día de la semana es.

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Estoy con la boca abierta, mientras el dentista familiar hace su trabajo. Me relaja el aroma a nuevo material y a consultorio limpio. Su asistente es de las mujeres más amables y tiernas que conozco. Su semblante alegre y su vocesita diciéndome "tranquila" me ayudaba a olvidar el dolor de cada mes al cambiarme las ligas. De vez en cuando hablo con ella sobre los problemas que tenía, sobre todo con la escuela. Ahora ella está al lado mío, ya que siento sensación extraña y poco dolorosa en un diente canino. 

—Piensa en el niño que te gusta.

Esa es su frase típica. Pienso en un niño que me hace sonreír todos los días, que me cuenta cada anécdota como si fuera un comentarista. Ese chico me dice que sonría todos los días y que me quiere conmigo. Nada más y nada menos que Austin.

La penúltima cita pensaba con el cabello castaño y el porte perfecto de John Araz. Me doy cuenta que Austin ja hecho que deje de pensar en una persona que viéndolo ahora, no tenía ningún futuro. Fueron ilusiones imposibles, pero me hacían olvidar lo malo en mi alrededor hasta algo que no tengo llamado identidad. Austin Wallace, un chico de internet hizo que cambiara eso, y aún no me explico cómo es que llegó a adueñarse de mis pensamientos y ahora es mi anestesia para olvidar lo que el dentista hace con mis dientes.

—¡Terminamos Emmy! —Dice David con mucho entusiasmo. 

Me miró al espejo y mis dientes quedaro limpios. Mi sonrisa es costosa, pero es verdadera.

—¡Muchísimas gracias! Más por la paciencia.—Digo emocionada. 

—Conquistarás a muchos chicos con esa sonrisa. Sólo no olvides cepillarte los dientes tres veces al día.

Lo que no sabe, es que ya enamoré a un chico con mis sonrisa que no ha visto. Si la ve, quedará más encantado.Si, Emery. En realidad quieres conocer a Austin.

—Emy! —Dice Carlotta, la asistente. —Te habla el doctor.

—Perdón. No dejo de ver mi sonrisa. Muchas gracias de nuevo.