»Iker«
Que mes más terrible.
Al día siguiente de mi conversación con Bere en mi auto, cuando la dejé en casa de Álvaro, pensé que sería capaz de hablarle, pero no fue así. Me prometí a mí mismo que lo haría al día siguiente, pero tampoco lo logré, así que lo dejé para el día siguiente, y al siguiente a ese, hasta que me sentía incapaz de estar con ella en la misma habitación por mucho tiempo. El pecho me ardía, las manos me temblaban, sudaba frio... entonces me di cuenta que tenía el estúpido corazón roto.
Nunca había pasado por una situación así, por lo tanto, no tenía el conocimiento para lidiar con esa sensación. Así que hice lo que se dice que se debe hacer, salí con amigos, o más bien, con una amiga, y para ser aún más específico; con Larissa.
Una semana después de esa conversación decidí no ir a un entrenamiento. No tenía ganas, no había comido más que un sándwich en todo el día y era comprensible, el tapón en mi estómago se hacía cada vez más grande, así que Larissa decidió que la mejor idea era aparecer en mi casa con hamburguesas, papas fritas, gaseosa y tres de mis películas favoritas de superhéroes. Larissa detesta a los superhéroes, aún así, las vio conmigo.
Tuve larguísimas charlas con Jaspers a través de una pantalla, frívolas conversaciones, como él me había dicho una vez, pero era lo que tocaba, él ya no estaba físicamente para mí, aún sí, se aseguró de que yo me desahogara todas las noches. Me dijo que debía darle tiempo y espacio a Bere, y que tarde o temprano, volveríamos a coincidir. Eso no me consolaba, porque yo lo veía imposible.
Darwin, por su parte, se escabullía en mi cuarto durante la madrugada, siempre me encontraba despierto, algunas veces llorando, algunas veces enfadado, pero siempre se quedaba allí, incluso cuando yo lo echaba de mi cuarto, él se volvía pequeño y permanecía en una esquina de la cama esperando a que yo dijera algo, o no sé qué esperaba exactamente. Tal vez no esperaba nada, tal vez solo quería que yo supiera que él estaba allí para mí. Al principio decidió culpar a mi repentina amistad con Larissa, con los días, se dio cuenta que no estaba relacionado con Larissa, sino directamente con Bere.
Mamá... ¡Dios! Ella me preparaba mis comidas favoritas todos los días, fue un festival de pastas por poco más de una semana, hasta que rogué por un plato de sopa de verduras. Después de que Jaspers se fue, dijo que se tomaría más tiempo para estar en casa, algo que nos sorprendió, pero que yo en mis adentros agradecí.
—Veré una película —dijo un día que yo decidí no ir a entrenar, otra vez—. ¿Vemos alguna de Iron Man? ¿O qué me dices de ese simpático de traje rojo con negro?
—¿Te refieres a Deadpool? —Pregunté reprimiendo una sonrisa.
—¡Esa! Te encanta, ¿no es así?
—No tengo ganas, má —iba a subir a mi habitación, jamás había rechazado una película de Deadopool.
—Iker, no sé qué ocurrió entre tú y Bere —agaché la cabeza a mitad de las escaleras, no le había dado detalles a mis padres, solo a mis amigos y a mis hermanos y sabía que ninguno de ellos abriría la boca sin mi consentimiento—, pero sé que el primer corazón roto es horrible, y yo estoy aquí para ti. Veremos todas las películas que quieras, te prepararé los kilos de pastas que quieras, haré lo que quieras para hacerte sentir bien, hijo.
—Eso no me devuelve a Bere —respondí, sabía que estaba por llorar y no quería hacerlo frente a mamá.
—Lo sé mi niño... —subió los escalones que nos separaban y me abrazó.
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Tan inevitable como quererte
Genç KurguBerenice era simpática, espontánea y una alumna sobresaliente, pero sobre todo era una excelente amiga, nadie podía decir lo contrario. Cursaba el último año de bachillerato y sobrevivía a cada día con ayuda de Álvaro. Él era mucho más que su mejor...