Capítulo 7

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Habían pasado una semana desde la fiesta, Violeta había vuelto a tener una relación con Ariel. La dije que si volvía a pasar lo mismo no me viniera llorando.

Estaba inmersa en un cuadro. Los colores me tenían hipnotizada, cada pincelada, cada trazo. Era el único momento del día que me sentía libre. Sonaba música de fondo, estaba tan concentrada que ni sabia que canción estaba puesta.

-Amalia- gritó Violeta entrando un mi cuarto.

Hice un gesto con la cabeza para que me contara que pasaba.

-Había pensado que ya que empezamos las clases la semana que viene podríamos hacer una pequeña fiesta para despedirnos del verano-

-Violeta, ya sabes que el casero no nos deja- dije intentando quitarla esa idea de la cabeza. No me gustaba que invadieran mi espacio y menos que entraran en mi habitación sin mi permiso.

-Será muy pequeñita, solo unos pocos amigo y ya- dijo poniéndome ojo de cachorro.

-Esta bien- dije sabiendo que me arrepentiría.

Serían las nueve cuando empezó ha venir la gente, todavía estaba en mi habitación vistiéndome y mentalizando me para salir he intentar pasarlo lo mejor posible. Me puse unas sandalias negras con una falda vaquera y una blusa blanca.

Cuando salí había un montón de gente por el pasillo y el salón. Me quedé paralizada, había alcohol por todos lados y alguna que otra persona en el suelo. Empuje ha varias personas para llegar a la cocina en la cual estaba Violeta con un grupo de gente.

-Violeta- le grité entrando en la cocina.

-¿No iban a ser unos pocos amigos?- dije indignada.

-Puede que unos pocos más, pero no te preocupes mañana lo limpiaré yo todo. Tú diviértete- dijo abrazando a Ariel, este me saludo y yo le hice una especie de mueca, ya no me fiaba de él.

Me tendió un baso rojo y sin pensarlo me lo trague entero.

-Mira a quien tenemos aquí- dijo Axel entrando por la puerta.

-¿Donde iba a estar? esta es mi casa- dije con tono de superioridad.

Me dio una sonrisa de lado y empezó ha hablar con gente que reconocía de la banda.

Salí de la cocina encontrándome a Nick.

Estuve toda la noche con él y unos amigos de la universidad. La verdad me lo pasé mejor de lo que creía. Serían las dos cuando necesitaba un respiro. Salí del edificio para tomar un poco de aire fresco.

Estaba sentada en el suelo cuando oí un ruido en la calle de enfrente. Me levanté dudosa de si entrar otra vez o comprobar que no pasaba nada. Me moría de intriga. Mis piernas se movieron solas.

Esta una sombra en el suelo boca a bajo.

-¿Estás bien?-dije girándole para verle la cara. Hizo un gemido de dolor.

-¿Qué haces?-dijo el hombre del suelo y note por su voz que era Axel.

-¿Y tú?- dije.

-Solo necesitaba tomar aire fresco- dijo este.

-¿Y qué hacías en el suelo?- dije.

-Nada- dijo. Su voz estaba rota, y tenía los ojos inchados, había estado llorando. Le regalé una sonrisa de compasión, se como se sentía estar rota por dentro sin que nadie lo sepa. Me senté a su lado sin intercambiar una sola palabra.

-Estoy harto de esto- no entendía a que se refería pero no quise preguntarle.

Dejé caer suavemente mi cabeza en su hombro. Hizo un gesto de sorpresa pero no me movió.

Estuvimos bastante tiempo en silenció, Axel seguía diciendo cosas sin sentido seguramente porque estuviera borracho.

Se levantó y se fue directo a la moto, intentó hacer un amago de subirse pero le paré.

-No puedes conducir así- dije. Soltó una risa.

-E montado en situaciones mucho peores- dijo con cara de orgullo. Hice un bufido.

-Vale, pero si te matas es culpa tuya- dije dirigiéndome a la puerta. No pensaba discutir con él.

-¿Estas preocupada por mi?- dijo agarrándome de la muñeca.

-Cualquiera en su sano juicio lo estaría- dije subiendo el todo sin darme cuanta. Me cabreaba que valorara la vida tan poco.

-No te creas- dijo mirándome fijamente. Esos ojos me hipnotizaban de una manera que ni yo entendía. Había tristeza pero también odio y pasión. No conseguí descifrarlos.

Me soltó y se subió a la moto.

Se quedó mirándome fijamente, yo esta bloqueada. Se puso el casco y se fue en un abrir y cerrar de ojos. Solté un suspiro y volví a dentro.

Mitades imperfectasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora