Capítulo 3

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Cuando Violeta me agarró de la cintura y me alegó del grupo lo suficiente para hablar solas.

-¿No te atreverás a montar una escenita?- dijo levantando ambas cejas.

-¿Has visto lo que acaba de hacer?- dije señalando el grupo de personas. Y me di cuenta de que nos estaba mirando apoyado en el Mercedes de Ariel con uno de esos vasos rojos en la mano.

-Amalia, por favor. Me gusta Ariel de verdad. Ignórale. ¿Vale?- dijo intentando captar mi atención. Pero no podía parar de mirar hacia el Mercedes de Ariel.

-Vamos a pasarlo bien ¿Vale?- dijo.

-Vale, pero como me vuelva a hacer algo así, me largo - dije.

-Vale- dijo. Volvimos al grupo e ignoré completamente al idiota.

Violeta trajo dos vasos rojos. Puse una mueca pero me trague el liquido hasta el fondo y fui a por otro. Esta iba a ser una noche muy larga y tendría que soportarla de alguna manera.

No se muy bien cuanto tiempo había pasado, pero me encontraba bailando con unos chicos de la banda . Violeta estaba enrollándose con Ariel y no quería molestarla.

Llevaba unos cuantos vasos rojos encima. El estúpido del chico no había parado de mirarme, pero hace un rato había conseguido ignorarle por completo.

Necesitaba tomar el aire.

-Ahora vuelvo- dije alto para que me escucharan los chicos.

Me alejé de todo, de la música, del olor ha alcohol y de las personas. Disfrute durante unos segundos de una noche fresca de verano.

-Sabes que eres insufrible- oí que dijo una voz.

De repente me giré encontrándome con el idiota. Puse los ojos en blanco esperando que se fuera. No tenía fuerzas para discutir ahora mismo.

-Tú no es que seas la amabilidad en persona- dije tambaleándome un poco.  Soltó una carcajada. Yo fruncí el ceño.

-¿Qué te hace tanta gracia?- dije indignada.

-Sabes, Ariel me ha contado como os conocisteis. No deberías ir con tan poca ropa por la vida- dijo acercándose ha mi lo suficiente para verle cada detalle de su rostro. Tenía los ojos más oscuros que había visto nunca, me quedé mirándolos. Te atrapaban como si no existiera nada más.

-En mi piso puedo hacer lo que me dé la gana- dije en el momento que estaba dispuesta a volver al grupo, me tropecé y un brazo me agarró por la cintura. Me pegó tanto a su cuerpo que  podía sentir el calor que desprendía envolviéndome por completo.

Nos quedamos en silencio un par de segundos. Seguía sin soltarme. En el momento que me di cuenta de lo que estaba pasando le empuje hacia atrás, intentando no perder el equilibrio. No entendía a este chico, frunciendo el ceño intenté volver como puede con el grupo.

¿Qué acababa de pasar?

Al llegar Violeta saltó encima mío, haciendo que perdiera el equilibrio. Nos caímos las dos al suelo.

-¿Estás loca o qué?- dije incorporándome.

-Ariel me ha invitado a su casa- dijo ilusionada.

-¿Que bien no?-dijo ella.

-Sí, ¿no sé qué quieres que haga yo?- dije pensando.

-Bueno.. como hemos venido juntos, me preguntaba si- la corté antes de que terminara.

-No, no vas a dejarme aquí sola- la dije dándome cuenta de lo que estaba intentando decirme.

-Por favor, puedes irte con cualquiera de estos chicos, todos han venido en coche o moto- dijo señalando a barios chicos.

-No, ni lo sueñes- dije cruzándome de brazos.

-¿Qué hacéis?- dijo Ariel. No me había dando cuenta de que seguíamos en el suelo. El idiota estaba a su lado. La verdad no sé ni cómo se llama, me da igual.

-Te odio- le dije a Violeta. Dejándome caer completamente al suelo rendida.

-Perdóname por favor- dijo ya de pie.

-Está bien pero si me pasa algo cargará en tu conciencia- dije finalmente. Esta le saldría bien cara.

-No seas dramática- dijo ella.

-¿Y con quien se supone que me tengo que ir?- dije esperando encontrar a alguien sobrio y levantándome del suelo.

-Conmigo- oí que dijo el amigo de Ariel.

Mitades imperfectasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora