Capítulo 2

1.7K 59 0
                                    




Llevábamos media hora de trayecto. Habíamos salido de la ciudad. Mirando por la ventana, empecé a recordar porque me mude a Buenos aires. Violeta no paraba de insistirme, a mi me daba igual con tal de que fuéramos juntas. Después de semanas buscando lugares, mi hermano nos encontró un piso.

Estaba sumida en mis pensamientos cuando aparcamos.

De repensé había un montón de gente al rededor, no sé en qué momento habían aparecido tantas personas.

-¿Dónde estamos?- pregunté observando cada detalle de aquel lugar.

- En Dakar, el mejor lugar para divertirse y sentir la adrenalina- dijo Ariel saliendo del coche. Violeta y yo nos miramos por unos segundos. Ella me sonrío suplicándome que no saliera corriendo.

-Tu novio está loco si piensa que me voy a drogar- le dije. Ella soltó una carcajada.

-Eres demasiado exagerada- dijo saliendo del vehículo. Estuve varios segundos asimilando la situación.

Al salir una música a todo volumen y varios gritos retumbaron en mis oídos. Estaba delante de una especie de fábrica abandonada. Me giré y comprobé que no había nada al rededor, solo un descampado enorme.

-Vamos- gritó Ariel. Salí corriendo en su dirección, no pensaba quedarme sola en aquel lugar. Al llegar Violeta estaba enganchada a su brazo sonriente. Me cogió de la mano y empezaron a andar arrastrándome.

En la entrada estaba un guardia de seguridad, al ver a Ariel nos dejó pasar sin preguntar. Estoy en estado de shock, esto no se lo perdono a Violeta. Seguramente ella sabía a donde íbamos y no me dijo nada para que fuera.

La fábrica era completamente diferente por dentro, estaba repleta de gente con carteles enormes diciendo "Bienvenidos a Dakar". Una voz sonó por la megafonía.

-¿Estáis preparados?- gritó la voz. La gente empezó a gritar a todo pulmón. Yo seguía sin saber que estaba pasando. De repente nos quedamos parados en una especie de balcón. No conseguía ver nada , estaba todo a oscuras.

-Ahí esta- dijo Ariel.

Al segundo se iluminó todo. No me lo podía creer. Montones de arena, pistas, aros...Fruncí el ceño asimilando todo. Y al segundo vi la cantidad de motos que se encontraban allí.

-¿Motos?- dije

-Sí, ¿no es genial?- dijo Violeta a mi lado sonriente. La miré con cara de pocos amigos.

-¿Tu lo sabías verdad?- dije esperando una explicación. Me sonrió respondiéndome a mi pregunta, puse los ojos en blanco. Nunca cambiará.

-Allá vamos- dijo la voz de antes. De repente aparecieron cinco o seis motos saltando, haciendo piruetas, derrapando y haciendo caballitos. No me gustaban especialmente las motos. La verdad es que las tenía pánico. Una vez estaba en una con mi hermano y nos caímos, yo me rompí el brazo y él se hizo una brecha.

Todos se quedaron el silencio.

-¿Qué pasa?- pregunté.

-Va a salir el mejor amigo de Ariel- me dijo Violeta al oído.

-Es uno de los mejores- asentí asimilándolo.

De repente se holló un motor. Al segundo salió una moto, empezó a saltar de una rampa ha otra, la gente empezó a gritar y a aplaudir. No entendía la ficción de ver a una persona que en cualquier momento puede morir.

De repente frenó en seco, estaba delante de una rampa, parecía la más alta, pero desde mi posición no lograba saber si era así. Empezó a rugir el motor. La gente guardaba silencio.

Al momento aceleró a una velocidad que no había visto nunca. Al saltar de la primera rampa, empezó a girar dando una vuelta de 360º. Se me cortó la respiración al pensar que no tendría tiempo para caer. Pero antes de caer se levantó de la moto agarrándola solo por el manillar.

Tenía el pulso a 1000. En el momento que calló volvió a sentarse en la moto. Involuntariamente solté el aire que no me había dado cuenta que había reprimido. La gente empezó a gritar isterica.

Necesitaba recomponerme, me agarré a la barandilla con las dos manos recuperando el aliento.

-¿Os ha gustado? Es el mejor- dijo Ariel sonriente.

-Sí- gritó Violeta como una colegiala. Yo únicamente le sonreí sin saber que contestar.

Ariel empezó a andar hacía unas escaleras. Violeta me agarró la mano y salió detrás de él.

-¿Seguimos con el siguiente?- oí que decía la voz mientras salíamos de allí.

Nos encontrábamos en la puerta del lugar, parecía que era donde estaba la gran mayoría de la fiesta. Gente bailando al son de la música. Bebiendo el líquido de vasos rojos. No creo que sepan ni lo que están bebiendo.

Ariel se paró delante de un grupo de gente, los saludo como si se conocieran de toda la vida. Violeta se quedó estática a mi lado, estábamos fuera de lugar. No sabíamos que hacer.

Ariel llamo a Violeta y esta fue corriendo hacia él. La empezó a presentar a cada uno de los allí presentes.

Violeta volvió y me agarró de la mano llevándome al grupo de gente. Que manía tiene de llevarme arrastras.

-Ella es Amalia- dijo ella sonriente. Les salude con una sonrisa. No pensaba acordarme de todos los nombres asique no quería que se presentaran uno a uno.

-Aquí esta- dijo uno de la banda. Si se podía llamar banda.

Entro una moto. No, la misma moto que antes. No sé cómo podía pasar entre tanta gente, pero consiguió pasar y acabar derrapado delante de todos.

Todos empezaron a aplaudirle y ha darle toques en el hombro.

Llevaba unos vaqueros, con una cazadora de cuero. Al quitarse el casco puede ver sus ojos negros como la noche, era más alto que cualquiera de todos los allí presente. Ariel era de su misma estatura más o menos. Tenía el pelo bastante lago, lo suficiente para llevarlo enmarañado hacia arriba.

-Has estado genial- le dijo Ariel pasándole el brazo por los hombros. Esté soltó una carcajada.

-Te presento a Violeta- dijo Ariel hacía el chico. Esté la saludo con una media sonrisa.

-Tú debes de ser la chica que tiene loco a mi amigo- dijo. Tenía una voz bastante grabe.

-Y esta es su amiga Amalia- dijo Ariel. Se quedó mirándome fijamente, ladeó su cabeza y sonrió de lado.

-Un placer- dije intentando ser amable. Quería caerles bien para que Violeta se sintiera a gusto. Suspiro riéndose, y pasó de largo. Se me abrieron los ojos a más no poder, no podría creer lo que acababa de pasar. Acababa de menospreciarme en toda mi cara. Estaba dispuesta a bajarle los humos.

Mitades imperfectasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora