Capítulo 1

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Me encontraba sentada en una mesa de una pequeña cafetería. Estaba contemplando a la gente de mi alrededor, imaginándome sus vidas. Me encantaba pensar en todas las historia que tendrían todas y cada una de aquellas personas.

Al terminarme mi café, recogí todas mis cosas y salí del pequeño lugar. Puse rumbo a mi casa. Compartía apartamento con mi mejor amiga, Violeta. Nos había costado mucho poder estudiar en la misma universidad, ella estudiaba periodismo y yo bellas artes.

Al llegar me fui directa a mi cuarto ya que llevaba toda la tarde fuera observando a la gente y dibujando en mi cuaderno.

-¡Amalia!- gritó Violeta desde algún lugar del piso. No me dio tiempo a contestarla ya que al segundo está en mi habitación.

-No te lo vas a creer- dijo ella ilusionada.

-La cita ha ido genial- me incorpore para que continuara. Violeta llevaba toda la semana preocupada por una cita con uno de sus compañeros de clase. Si yo fuera ella no me preocuparía tanto. Violeta tenía los ojos verdes, el pelo castaño y una figura envidiable. Al contrario que yo, tenía el pelo completamente liso.

-Me ha llevado a comer a un restaurante y luego hemos paseado por el parque del lago toda la tarde- dijo sentándose en mi cama.

-Me alegro- dije regalándola una sonrisa. Me encantaba verla tan feliz, después de la anterior ruptura que tubo, estuvo bastante tiempo hundida.

-Hemos quedado esta noche con unos amigos suyos. Necesito que vengas y me hagas compañía por si me aburro- dijo suplicándome.

-No sé, no me apetece mucho. Mi plan era ver una peli- suspiré.

-Decidido, te vienes. No te vas ha convertir en una anciana antes de tiempo- dijo levantándose de la cama dispuesta a salir.

-En dos horas salimos, estate preparada- dijo saliendo de la habitación.

Me derrumbé en mi cama. No solía salir mucho, de hecho no tenía muchas amiga. Violeta y yo éramos amigas desde que tenía uso de razón, y si no fuera por ella estaría encerrada en casa todo el día.

Me gustaba aislarme, disfrutaba de la soledad. Me sentía yo misma, dibujando, escuchando música... Sin intentar aparentar ni fingir ante nadie.

Después de seguir con mis pensamientos una hora más. Decidí empezar a prepararme, me metí en la ducha, puse música y disfrute de cada una de las gotas cayendo por mi cuerpo. Al terminar, salí con una toalla al rededor de mi cuerpo y mi pelo recogido en un moño.

-Hola- escuche al pasar por el pasillo que daba directo a mi habitación. Me gire despacio.

-Hola, ¿quién eres?- pregunté incomoda.

-Me llamo Ariel, soy un amigo de Violeta- dijo

-¿Como la sirenita?- dije más alto de lo que esperaba.

-Jajajaj si- dijo sonriente, menos mal que se lo ha tomado con humor.

-Bien, bueno- hice una pausa pensando que decir .Me fije que era un chico bastante atractivo, tenía buena musculatura. Los ojos azules y el pelo rapado por los laterales. Podía entender porque le gustaba a Violeta.

-Voy a vestirme- dije sin darle tiempo ha contestar. No quería pasar ni un segundo más allí. Al entrar cogí mi móvil y llamé de inmediato a Violeta, no quería volver a cruzar el pasillo después de los sucedido.

-Eres una vaga, ¿por qué no cruzas el pasillo?- dijo Violeta.

-Porque tu amigo me acaba de ver semi-desnuda- dije indignada.

-Ven ahora mismo a mi cuarto- dije y colgué. Al segundo entró por la puerta con una sonrisa.

-¿Qué te pasa?- dijo.

-Podrías avisarme de que hay un chico en nuestro piso- dije esperando una explicación.

-Es que quería volver a verle cuanto antes-dijo. Suspiré rendida, sabía que no podría hacer nada para evitarlo. Y me encantaba verla tan feliz asique...

-Vale, la sirenita se puede quedar- dije y empezamos a reírnos. Violeta cogió un cojín y me lo tiro, haciendo que nos riéramos más alto.

-Cállate, debe de estar pensando que estamos locas- dijo Violeta sin contener una última carcajada antes de salir.

Cuando se me paso la risa, empecé a vestirme.

Me decidí por unos vaqueros rotos y una camiseta gris abierta por la espalda en forma de V. No me cogí chaqueta ya que estábamos a finales de verano y no quería cargar con ella. Me puse mis botas converse, me solté el pelo y me miré al espejo decidida a pasarlo bien.

Al salir me encontré otra vez con Ariel.

-Hola- le saludé.

-Hola- dijo sonriéndome sin mostrar sus dientes. No sé cuánto tiempo pasó, pero Ariel no paraba de mirarme y sonreírme. Me estaba empezando a poner nerviosa cuando entró Violeta. Llevaba una falda ajustada por encima de los muslos, y una camiseta de brillantes con una chaqueta de cuero. Me hacía mucha gracia la pareja que hacíamos cuando íbamos juntas.

-Estas genial- dijo Ariel detrás mío. Yo solo la sonreí, ella sabía perfectamente que siempre estaba espectacular.

-Vamos- dijo cogiendo las llaves y metiéndolas en su pequeño bolso. Yo solo les seguí.

Al salir del apartamento entramos en un Mercedes negro, y pusimos rumbo a donde sea que fuéramos.

Mitades imperfectasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora