Estaba actuando en una serie. En esa historia, mi mamá era madre soltera y estaba ligando con el director de mi escuela, yo les servía como mensajera al tener dificultad para verse porque el director estaba casado. Hablando con mi mamá, acordamos que ella trabajaría como sirvienta en la casa de la esposa a escondidas del director, para ver más o menos como manejaban su vida y cómo estaba su matrimonio.
Un día, yo regresaba de la escuela y me daba cuenta de que mamá no estaba. Yo sabía que estaba trabajando, así que fui a ayudarla. Cuando llegué, mamá por accidente tiraba un plato con gelatina y la señora nos trataba como basura. Yo ayudaba a recogerlo y en ese rato, empezamos a intentar mantener una plática con la señora y mientras más pasaba el tiempo más se abría con nosotras. Nos empezó a platicar su historia con su marido, nos dijo que ella lo quería demasiado, que sufría demasiado porque él era un mujeriego y casi no le hacía caso. Empezaba a llorar y a verse notablemente afectada. Sacaba una pistola y se la ponía entre la barbilla y el cuello. De alguna manera la escena estaba tomada desde abajo de su barbilla. Yo pensaba en ese momento que no quería que se suicidara mientras estuviésemos nosotras ahí porque pensarían que había sido nuestra culpa. Lográbamos persuadirla para que no lo hiciera, y se componía por un momento, pero luego volvía a llorar y se disparaba sin darnos tiempo de detenerla otra vez. Había tomas de los policías llegando al lugar y mientras salían los créditos, se veía al director en su despacho golpeando su escritorio con enojo.
En el próximo capítulo de la serie, despertaba en el espacio y me daba cuenta de que mamá, algunos amigos y yo éramos países. Países con ojos. Encima de nosotros estaba la señora que se había suicidado y al parecer, era la dueña de todos nosotros. Nos ordenaba alrededor del mundo como a ella le daba la gana y seguía tratándonos mal.