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...Habia días donde me daba asco todo. Otros días estaba sentimental. Unos más con antojos. Pero sin duda odiaba más donde me sentía mal y tenía ganas de vomitar.

Después de llegar del hotel me tiraba a la cama para reposar un poco y después quedarme profundamente dormida. Un día recibí la llamada de Rosie para vernos pronto en la tarde, mandandome una localización desconocida para mi.

No le comenté nada de esto a Alastor y seguí  como si nada al día siguiente. Deje a cargo a Vaggie que había empezado a tener sentimientos encontrados por Ángel. Tome un taxi y marque la zona que recibí.

~Ese lugar es muy peligroso señorita -decía el taxista acomodandose mejor el cinturón y guardando su dinero.

~Iré a ver á una amiga  de esos rumbos.

El taxista me miro por el espejo.

~Usted es una princesa, podría sucederle algo aparte es esposa del señor Alastor y

~Basta! Sólo lleveme a esa zona! Acaso a alguien le importa lo que ese tonto diga o haga?

El conductor se quedó callado y empezó a conducir hacia los rumbos desconocidos, para mi, del Pentágono. Entre más conducía por las calles, más prostitutas y drogadictos salían de los callejones oscuros. El conductor se detuvo en un momento de manera brusca.

~Es aquí -señaló con su dedo el bar.

~Cuánto Sería?

~es gratis señorita, sólo baje pronto, ya no quiero estar aquí.

Tome mi celular y baje con mi bolso de mano. El conductor aceleró provocando un sonido de las llantas y llendo a máxima velocidad de la calle. Entre y mire un bar oscuro que sólo iluminaba a una mujer robusta que cantaba:

Era Mimzy.

Ella desafino al verme y el show terminó encendiendo rápidamente las luces, iluminando mi llegada y todos teniendo la vista en mi. Rosie llegó a mi salvación tomándome del brazo y metiendome al cuarto de mimzy que se compartía con ella.

~Pensé que no llegarias.

~Por supuesto que , hay cosas que quiero saber de alastor.

~Toma asiento -dijo mientras sacaba un banquito pequeño y redondo- té o café?

~Té por favor

No podía dejar de mirar alrededor de las paredes: había muchos pósters de Mimzy y Rosie, dibujos de ellas dos pegados hasta el techo, su mesita de maquillaje iluminada de focos en la orilla del espejo y un montón de brillos, rubores, esmaltes, guantes, cepillos. Podría decirse que por cantar tenían buena vida.

Un Final No Feliz Donde viven las historias. Descúbrelo ahora