Desde que trabajo en la misma empresa que tu esta relación se ha vuelto narcótica: no puedo dejar de observarte cada vez que pasas por mi lugar de trabajo, me la paso húmeda por oler tu perfume cuando estas cerca, mis dedos se paralizan cuando escucho tu voz ronca en la mañanas y lo peor es que lo quiero, cada día y a cada hora. Esta mañana estoy muy deseosa de verte, el fin de semana fue largo y no nos encontramos, me mojo solo de pensar que me tomas sobre este escritorio, rudo como siempre y luego te vas como si nada hubiese ocurrido, o que me lleves hasta el cuarto de archivo y me sometas contra las ventanas que dan a la calle... no tienes idea de lo caliente que me pone imaginarme atada y apoyada a una silla, con el culo al aire esperando por ti.Hoy me senté sola en la mesa de siempre, no has llegado y me extraña no verte. En mitad del almuerzo te sientas con uno de los compañeros y hablas de trabajo. Imagino que me has visto, pero me ignoras, cambias el tema y le hablas de la mujer con la que sales y le cuentas las cosas que me haces, las perversiones que hemos compartido y que al principio yo temía... pero que ahora deseo hasta el punto de mojarme mucho solo de oirte.Le cuentas que deseas atarme de manos y tobillos, que usarías una mordaza de bola para solo oir gemidos mientras disfrutas de mi coño mojado, siendo penetrado una y otra vez, tu boca se deleitaría con mis pechos, mordiendo y chupando hasta marcarlos, en tu mano una hojas de acero brillante y fría, que traza mi piel, dejando una suave marca blancas por la presión al romper la tanga que llevo puesta. No puedo más que tocarme y sentirme mojada, apenas mi dedo se acerca al clitoris estalló de placer, trando de no gemir (y fallando el el intento) otra mano en un seno, aplacando, inútilmente, la necesidad de tu boca en ellos. Me miras de reojo y te sonríes de medio lado con la victoria en tus ojos por otro orgasmo ganado, mientras le cuentas a tu compañero que otras cosas planeas para mí.Soy una perra en celo que solo quiere más y más de ti.