Capítulo 5 Isa, lagrimas y chocolate

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Esa mañana fui temprano a la escuela y creo que nunca lo había hecho en mi vida, pero realmente quería hacerlo para hablar con ella antes de que todos lleguen. Pero cuando apareció apenas si cruzamos miradas y después de decirme ¡buen día! solo se quedó en su asiento enfrente de mí sin voltear. Pensé que era lo justo después del recibimiento que le di en el baño, aun así quería hablarle. Ayer por llegar tarde ni su nombre pude conocer. Necesitaba saber algo de ella y no podía quedarme así como si nada. En el tiempo intermedio de una clase a otra me dispuse hablarle pero alguien más se me adelanto y era una compañera que estaba sentada del otro lado. Pensé ¡rayos¡ era mi oportunidad y la perdí. Además se veían hablando como si fueran amigas de toda la vida, todo parecía desdibujarse hasta que la vi sonreír y fue ahí cuando no pude aguantar más la situación. Tenía que hacer algo para interrumpirlas y no sabía cómo, la impotencia me consumía pero fui salvada por el profesor de la siguiente clase que entro y eso fue un verdadero alivio. Mientras estudiábamos no la perdía de vista como un cazador a su presa pero luego al final del día ella se fue tan rápido que tampoco pude hablarle y al día siguiente había llegado con esa otra compañera, la cual no recuerdo su nombre pero llegaron juntas y riendo. Ahora menos que antes podía interrumpirlas para hablarle, aunque me moría de ganas de hacerlo. El solo hecho de verlas juntas me hacía enojar mas pero no podía hacer nada. Por si fuera poco al final del día también se fueron juntas, mi cara no podía disimular en absoluto asique también me fui a casa y que bueno que mi madre se dio cuenta de mi mal humor porque no quería dar explicaciones de nada. Esa noche la comida que prepare sabia tan amarga como mi humor, incluso mi gato me huía. Mi madre me hablaba durante la cena pero las palabras que venían de ella parecían no tener significado para mí, realmente seguía pensando en lo mismo y en por qué ahora de la nada ya tenía una mejor amiga. Me negaba a perder mi oportunidad, quería intentarlo una vez más y eso era todo.

Al día siguiente la vi de camino hacia la escuela un poco más delante de mí y también vi que caminaban juntas. Otra vez estaba pasando, era la peor forma de comenzar mi mañana. Durante la clase se repitió todo una y otra vez, ella parecía cada vez más alejarse de mí y realmente dolía mucho aunque no sabía bien por qué pero dolía muy en mi interior. Las horas se hacían como un eterno sufrimiento y solo quería irme, cuando no aguante más la presión solo pude mentir para salir de ahí. Le dije al profesor que me sentía realmente mal y en parte no estaba mintiendo, solo quería irme de ahí y no volver. Faltaba muy poco para terminar la clase asique me dejo ir. Salí corriendo de tal manera que casi olvido mis cosas en la mesa, la impotencia me quemaba por dentro y solo llegue a hacer medio camino. Me quede a un lado y empecé a llorar como si mi vida dependiera de eso, la vista borrosa y ese gusto a salado que las lágrimas dejaban en mi boca era lo único que tenía ahora. La gente pasaba y todos actuaban como si no me vieran, excepto por una persona que en ese momento no pude ver bien por tener los ojos inundados de lágrimas. Me seque la cara lo más rápido que pude porque no quería pasar más vergüenza, ya había tenido suficiente. Al final era ella, la persona con la que había querido hablar todos estos días y no había podido lograrlo. Se acercó a mí y me dijo ¿estás bien, por qué lloras? No podía decirle que me moría de ganas por hablarle asique le dije que estaba bien y no era nada y aunque sé que no me creyó, no volvió a preguntármelo. Entonces me dijo -Me llamo Itzel y hace unos días me mude a este pueblo- Su voz era tan cálida que curaba mi alma, con mi cara hecha un desastre le respondí -Mi nombre es Isa, mucho gusto- Después de eso nos quedamos viéndonos con una sonrisa y me sentí muy tonta pero no podía dejar de hacerlo. Al final termine preguntándole si conocía a esa otra compañera de clases, era justo lo que no quería hacer y fue lo primero que hice. Entonces cuando no podía dejar de pensar en lo tonta que había sido, ella me dijo -Es una antigua conocida de la familia de cuando vivía en el otro pueblo, me invito a su casa porque tenía que cocinar un pastel para el cumpleaños de su madre y me pidió su ayuda- Después de eso sentí como todo el peso del mundo había desaparecido en unos instantes y no solo eso, también me dijo -Anímate todo va a estar bien, no te preocupes- Y lo más importante, antes de irnos cada una a su casa, fue cuando gentilmente me regalo un chocolate. En ese momento era la única amargura que me había llevado a mi casa y me encanto.

Isa -uwu- ItzelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora