Capítulo 11 - Isa, primeras páginas

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Ese día me levante con una sola idea en la cabeza y era invitar a Itzel a mi primera competencia de patinaje en el año. Necesitaba que ella estuviera ahí para animarme o tan solo verme, no sabía por qué pero así lo quería. Desayune como de costumbre, salude a mi madre, mi gato y me fui caminando a la escuela. De camino iba practicando como decírselo y todo eso, en mi mente se veía muy simple de hacer. Era solo una invitación y sabía que ella iba a decir que si pero de todas maneras no podía evitar sentirme nerviosa.

Perdida en mis pensamientos, no pude ver que ella me encontró antes de llegar y mi mente se volvió una laguna.

-Itzel: Oye Isa, ¿Acaso no podías oírme que te estaba llamando?

-Isa: A sí, es que, yo... A ya vamos a llegar tarde, mejor apresurémonos.

-Itzel: Pero si aún es temprano y... ¡Oye Isa espérame!

Que tonta fui, había perdido la oportunidad y pensé: por qué tenía miedo de invitarla si ya hace mucho hablamos y compartimos tiempo juntas. Creo que en el fondo significaba mucho para mí que ella fuera a verme pero prefería evitar el pensar que podría decir que no o que tuviera cosas más importantes que hacer. Toda la mañana me dedique a pensar en cómo decírselo sin hacer otra cosa más y frente al llamado de atención de mis maestros; Itzel también pudo darse cuenta que estaba más distraída de lo normal.

Creo que en mi los sentimientos se estaban aclarando y si, siento algo por Itzel como nunca antes lo había hecho por nadie más. Esa simple sensación de exponerme ante ella y pedirle algo me aterraba, después de todo enamorarse es exponer la parte más sincera y débil de uno mismo. Dejarla expuesta frente a alguien que podría usarla y aplastarte en un segundo. Pero si, quería que ella sepa que me gusta y que me encantaría que me fuera a ver. Además ella es una persona súper amable, la más amable que conocí en mi vida e incapaz de herir los sentimientos de alguien o eso es lo que siempre me transmite.

Las horas pasan volando cuando uno se debate entre decisiones que tomar y así en el recreo ella me abordo primero.

-Itzel: Oye Isa, ¿estás bien? Te noto más distraída que nunca y además estas muy callada. Eso es muy raro en ti

-Isa: A este... yo, es que... quería decirte algo. Digo preguntarte algo.

-Itzel: Si dime. Si es por el libro, si lo traje pero aun no escribo nada en él. Es que me da pena.

-Isa: No no, no es por eso. Yo quería... En unos días tendré una competencia de patín y me preguntaba si... Yo, yo quiero que vengas conmigo!!

-Itzel: ¿Este fin de semana?

-Isa: Si, será este sábado en el club.

-Itzel: Es que ya había arreglado con mi papa para ayudarle a arreglar unas cosas en la casa, perdóname.

-Isa: Esta bien, no te preocupes. Quizás la próxima puedas ir.


Los sentimientos caóticos de mi corazón se desbordaron. Realmente quería que fueras, quería decirte cuanto te quiero sin miedo a nada, quería sincerarme con esta vida que llevo. Pero por esta vez no será posible,  ya no quería nada más en ese día más que irme.

El final del día había llegado, era hora de volver a casa con ese sabor a derrota, de ese intento fallido, de esas palabras que no pronuncie. Realmente me puse mal y no quería que lo notes, nunca dejo que nadie me vea mal. No quiero que nadie sienta lastima por mi. Y aun cuando no deje que veas mi dolor, que me veas sufrir; realmente quería que me preguntes como estaba. Caminamos juntas como era lo habitual pero con un silencio cortante a tal punto que podía oír mi corazón palpitar. Haciendo un último esfuerzo para ocultar mis ganas de romper en llanto y saber que soy una tonta a la que nada le sale bien.

Levante la mirada para despedirnos, aun no podía pronunciar una palabra y pude ver en tu mirada el miedo que sentía en mí y por un segundo fuimos un solo ser tratando de amarse el uno al otro. Casi no pude entender ese momento, mi cabeza no lo comprendía pero se sentía realmente bien. Me gustaría hacerte entender lo que significas para mí y que todos te vean como solo yo lo hago, aunque signifique perderte un poco cada día. No podrá ser más lejos, no podría serlo más de mi corazón.

-Isa: Oye Itzel, yo...

-Itzel: A si, Isa. Casi lo olvido, ten el libro. También deje un mensaje, asique después léelo.

-Isa: ¿Qué? A si, lo hare. Gracias y... nos vemos después.

-Itzel: Nos vemos.

Tenía tanto miedo de pronunciar alguna palabra en ese momento pero cuando me dio el libro todo eso se desvaneció. Y al llegar a casa y leerlo, finalmente pude llorar pero de alegría. Sentí ese alivio en mi pecho como una dulce caricia. Al final, no fue tan difícil.

*Libro – Mensaje de Itzel: Claro que si iré a verte patinar, no me lo perdería por nada del mundo y ese día me gustaría darte la mano para que caminemos juntas en señal de que nunca más tendrás que volver a hacerlo sola.


Isa -uwu- ItzelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora