Había pasado el primer mes de escuela y la verdad me estaba yendo muy bien y aunque aún no tenía confianza para hablar con los demás compañeros de clase, la tenía a Isa y eso me era suficiente. Ella es una persona muy bonita, tierna y algo impulsiva. Podía tener muestras de afecto para conmigo como si fuera una niña chiquita y cuando uno menos se lo esperaba, ser toda una mujer adulta súper intensa. Eso me gustaba y me aterraba a la vez.
Todo marchaba perfecto, después de ese encuentro que tuvimos y la manera en que nos conocimos, admito que me dio algo de miedo y en ese momento no sabia que pensar pero conforme paso el tiempo nos fuimos haciendo más cercanas y de verdad disfrutaba mucho su compañía.
Todo marchaba bien hasta que un día, así sin más, dejo de ir a clases y aunque la espere día tras día ella no aparecía. Aunque admito que la espere muy pacientemente, no soportaba la ganas de estar ahí tan sola, quería que viniera y eso era todo. Le envíe un mensaje el primer día y no obtuve respuesta, lo hice al día siguiente y al siguiente y así hasta que ya no supe que hacer. La desesperación era mucha y el no tener respuesta alguna, no ayudaba para nada.
Hasta en mi momento de desesperación se me ocurrió ir a su casa a verla pero no podía ir porque aún no sabía dónde era y aunque hubiese sabido en ese momento, estaba segura de que no tenía la suficiente confianza como para aparecer en su puerta preguntando por ella. ¿Qué iba a decir si me atendía su madre? La verdad no quería estar en una situación así. Sin dudas no estaba pensando claramente las cosas. Luego se me ocurrió preguntarle a uno de nuestros maestros pero tampoco podía hacer eso ya que si no tenía confianza con alguien de mi edad como mis compañeros, mucho menos lo haría con uno adulto y qué pensarían los demás al verme a mi preguntando por Isa... tampoco quería verme en esa situación, además que podían saber ellos en ese momento, solo se limitaban a poner en la lista que ella estaba ausente y eso era todo. Así de frio y calculador como si a nadie más que a mí le importara que ella no esté aquí.
En ese momento ya no sabía que más hacer y supe que había vuelto a estar sola como en el primer día. Solo llegaba a clases, me sentaba en mi lugar y en mi cabeza el resto del día pasaba desapercibido, era todo tan irreal como en cámara lenta. Volver a sentir ese vacío e inseguridad era algo por lo que no quería volver a pasar pero parecía inevitable.
Al cuarto día, su ausencia continuaba y mi preocupación aumentaba. Era tan evidente que mi concentración en la escuela y en mi hogar había bajado. Cocinando en casa, queme la cena y aunque mi padre no me regaño, fue bastante incomodo disimular mi falta de concentración. En algún momento también, no recuerdo bien cual fue pero en una materia, en un momento de lucidez pude ver a uno de mis maestros preguntando por un trabajo que obviamente no había llevado y en ese momento supe que todo se estaba desplomando y yo era la última en enterarme. Siempre fui una buena estudiante, no una de esas que sobresalen aplastantemente pero si una que cumple y tiene buenas calificaciones, es más, de esas de las que un maestro podría decir que le daría ganas de tener como alumna... pero no, ahí estaba yo sin saber en qué mundo vivía, que materia era o que tenía que hacer en ese momento.
La comida ya no me sabia a nada e incluso casi no le prestaba atención a mi perra, me sentía mal realmente y no podía disimularlo aunque quisiera. Mi padre me pregunto si me pasaba algo, pobre de él que tenía que verme así y no enterarse que pasaba. Mi estado de ánimo era tan evidente que podía notarse solamente en mi voz, si estaba bien o mal. Me sentía muy triste, no quise contarle nada asique solo fingí lo más que pude y me costó mucho. Fue muy difícil el poder decir que no pasaba nada y que estaba bien, mentir no es algo que me salga bien y no estaba cómoda con hacerlo. En la noche las horas se hacían tan pesadas y en el medio de la oscuridad, la impotencia de no saber nada de ella me consumía al punto de la locura. Suena tan exagerado como un adicto que exclama por una droga que no tiene pero nadie más me entendía en ese momento, nadie más que yo sabía qué era lo que necesitaba para estar mejor.
La mañana de un nuevo día llego, fui a clases como de costumbre, llegue y seguía con mi ánimo por el suelo; realmente ya no tenía ganas de seguir con nada y al entrar estaba ahí. Ella estaba en su lugar, como siempre y con una sonrisa en su cara. Como si nada hubiese pasado me dijo -¡Hola! ¿Me extrañaste?-
No puede evitar esta vez alegrarme tanto como nunca lo había hecho en mi vida y aunque estaba muy feliz de verla lo primero que hice fue preguntarle por qué nunca respondió un mensaje mío en todo este tiempo. Su respuesta fue –Estaba enferma y mi mamá me quito el celular y lo apago para que pudiera descansar. Sabes, ella puede ser muy estricta a veces- y seguido a eso soltó una carcajada.
Si no fuera por lo mucho que la extrañe creo que me habría enojado tanto en ese momento que hubiese sido una situación diferente pero el enojo que me provoco al decírmelo así como si nada fue apaciguado solo por el hecho de que había vuelto y eso me hizo sentir mucho mejor, borrando totalmente los demás días sin ella como si nunca hubieran existido.
Isa: ¿Eso en tus ojos son lágrimas?
Itzel: Claro que no.
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Isa -uwu- Itzel
FanficEste es mi primer fanfic, no es tan genial como imagine que seria pero quizas y espero les guste. De todas maneras se que tengo muchas cosas que mejorar o pulir en mi escritura, gracias por leer :V