Capítulo 11
EternoSamara
Después de comer y de algunas miradas incómodas, creo que somos muy obvios no se el caso es que fuimos a recorrer el hotel, es muy grande y bonito, con una piscina que ya quiero usar, hace mucho calor aquí y estamos cerca al mar por lo que es muy húmedo aquí, es como Canadá pero en lugar de frío que normalmente hace ahí, aquí es todo lo contrario, y pensar que viviré toda mi vida aquí por que casualmente mi padres me arreglaron un matrimonio con el heredero de un reino, todo casual y típico. Mi vida es la más normal del mundo.
Estoy al pendiente de las niñas, la verdad me he vuelto demasiado protectora con ellas, son mis cuñadas pequeñas y las quiero mucho, me encanta mi nueva familia, todos me brindan su amor y vamos tengo que decirlo tengo un marido magnífico, el ha demostrado que me quiere en serio tanto que guardo su virginidad por mi, yo tengo muchos nervios, se que ese momento está más cerca que nunca, a tan solo horas, yo también quiero pero no se que hacer.
Llegamos a un tipo de centro de juegos y todos se dispersan para investigar qué hay, hay máquinitas y juegos de pelotas y muchas cosas como esas, no soy buena en ello así que lo dejo pasar, en cambio muchos ya se adueñaron de varios juegos y todos conviven.
-¿te gusta jugar a esa clase de juegos?- le pregunto a Abdi y el con su sonrisa perfecta y esos ojos hermosos ponen atención en mi y niega con la cabeza.
-la verdad es que no, quizá a los interactivos como meter la pelota en una canasta, de ese estilo- en eso coincidimos y el solo observa a los demás.
-sabes, en eso si somos similares y me gustan los de carrera- le sonrió y veo a los demás y luego al techo. Me pone tan nerviosa.
-lo se, te veía jugar de pequeña, tú eres más dinámica- claro, nada se le escapa y menos tratándose de mi. Si le hicieran un examen de la materia Samara lo pasaría sin duda alguna cuando yo solo se muy básico y lo que hasta ahora he visto.
-oye, ¿recuerdas cuándo chocamos por primera vez?- yo si lo recuerdo bien, se puede decir que es como un déjà vu. Había juegos para niños y para grandes, era un lugar como este pero en otro lado del mundo.
-ese día me enamoraste, ese día mi vida no fue la misma y mis impulsos eran difíciles de controlar- dice y recuerdo el tacto de sus manos de aquel lejano día.
-yo ese día no deje de soñarte, debo admitir que te buscaba con la mirada donde quiera que fuese, ese día despertó algo que creo debí de haber despertado unos años después- le digo con franqueza y toma mi mano, y esa conexión crece entre el y yo.
-¿o sea?- bien creo que tengo que ser lo más sincera con el, al fin de cuenta estaremos toda una vida.
-creo que ese día creía estar enamorada, pero era tan pequeña que no sabía capitalizar lo que sentía- pensaba que tenía algún sentimiento confundido con nervios o no se y era otra cosa pero jamás en la vida he sentido esto con otro hombre.
-¿y ahora?- su pregunta me hace tener mariposas en el estomago y mis nervios aumentan, me atrevería a decir que me veo sonrojada, mi piel blanca no ayuda en nada.
-ahora no tengo más dudad, te quiero- sonríe y yo lo hago también. Intentaré ser su esposa aunque bueno lo soy.
-esposa mía, creo que nos llevaremos bien- me encanta su humor. El ríe y lo veo tan relajado, como si no fuera uno de los hombres jóvenes más ricos del mundo, me encantaría tener una vida normal y a el también pero sin eso no nos hubiéramos conocido o tal vez si, el universo nos creo para estar juntos.
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Lo Que Esconde El Desierto
RomansaPor el descuido de sus padres Samara Bouchard una hermosa canadiense pelirroja ojos verdes se entera a la edad de 13 que está comprometida desde antes de nacer con un hombre que nunca ha visto en su vida y que nunca lo ha escuchado hablar y para el...