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YOONGI

Era medianoche cuando entre al ascensor hacia mi departamento. Estuve bebiendo en el bar de siempre, pero nada había podido calmarme. Las largas horas laborales nunca me habían agotado tanto, sin embargo, esta noche era diferente.

Debería sentirme complacido conmigo mismo. Había cerrado un millonario contrato esta tarde y nuevamente nos encontrábamos liderando el ranking de las empresas con mayor rentabilidad del país. No obstante, nada me complacía últimamente. A decir verdad, mi cabeza se había convertido en un lio desde hace un año cuando Jimin llegó a mi vida.

Había regresado de mi especialización en New York para encargarme de los asuntos de la empresa, ya que mi padre se retiraría completamente. Quería pasar el tiempo en casa y recuperar el tiempo perdido con mamá. A lo cual no me opuse. Estaba más que complacido con hacerme cargo y así poder forjar un nuevo camino a la empresa que tanto esfuerzo le había costado crear a mi familia.

Al principio, había sido algo difícil realizar la transición, pero creía completamente en mis capacidades y sabía que mis padres también lo hacían. No por nada me había convertido en toda una leyenda en el mundo de los negocios. Para cuando trascurrió el primer año como presidente, las empresas habían alcanzado un porcentaje de productividad del 50% convirtiéndonos en líderes en el país y en la bolsa a nivel internacional.

Mis padres estaban muy felices con los resultados. Habían trabajado muy duro por la compañía y ahora que había crecido aún más querían descansar y dejar todo en mis manos. No obstante, mis padres habían sugerido que, si bien estaba realizando un excelente trabajo por mí mismo, serían conveniente que encontrara un asistente que pudiera ayudarme.

Me había opuesto rotunamente. Había realizado mi trabajo solo durante mis años laborales y creía que no necesitaría a nadie para hacer mi trabajo. Sin embargo, mis padres insistieron y no tuve más remedio que dame a la tarea de obedecer.

Para aquel entonces le había pedido a mi secretaria que se hiciera cargo de buscar un asistente personal. Preferiblemente mujer por supuesto. Para que cumpliera lo solicitado por mis padres. Necesitaba que fuera sumamente eficiente y por encima del nivel para que fuera capaz de trabajar bajo mis órdenes. Era una persona que siempre obtenía resultados constantes, convirtiéndome en el hombre exitoso que era ahora.

Muchas postulantes se habían presentado. Algunas con buenas formaciones académicas, pero sin experiencia laboral. Otros no tan brillantes como esperaba, pero muy atractivos a mi parecer. No iba a mentir, me encantaba estar rodeado de mujeres y hombres y mucho más divertirme con ellos. Era alguien que, a sus treinta y dos años, disfrutaba de los placeres de la vida. Y esperaba seguir haciéndolo por un largo tiempo.

Aquella tarde había quedado con mi padre para terminar de firmar los últimos papeles de la sucesión. Estaba más que dichoso en tener la oportunidad de visitar su empresa y ver las mejoras que había hecho en los últimos años. Estuvo viajando tanto con mi madre que no había tenido la oportunidad de visitar su antigua oficina.

Estábamos tan ocupados en los tramites finales que me olvide por completo de las entrevistas de esa tarde. No obstante, no tuve que preocuparme tanto.

Había rechazado gran parte de los postulantes, dejándome sumamente decepcionado pero aliviado a la vez, ya que al parecer no sería necesario un asistente. Sin embargo, todo eso cambió cuando mi padre se enteró que entrevistaría a varias personas para el puesto, alegando que estaría encantado de participar.

No me opuse en lo absoluto. Sabía que las cosas con mi padre serían totalmente rápidas. No por nada había aprendido mis habilidades del mejor en el campo así que deje que me acompañara para terminar de una vez por todas con ese asunto.

TODO SOBRE NOSOTROS // YOONMIN - ADAPTACIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora