» Capítulo 22.

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Jean salió de la habitación del vampiro, el pasillo parecía estar libre, por lo que ase apresuró a bajar las escaleras sin hacer ruido alguno. En la planta baja, el lugar estaba desierto también, así que fue directo a la puerta principal.

— Así que decidiste irte.

Jean dio un brinco al escucharlo. Damon ahora estaba en la sala, le fue difícil para él reincorporarse y aparentar que estaba bien, pero tenía que hacerlo. Jean se iría y a diferencia de sus antecesoras, a ella le insistiría que se quedara.

— Tú me dijiste que lo hiciera.

Ambos se miraron fijamente.

— Nunca dije eso — comentó él, sonando dolido.

Ella suspiró. Damon se contradecía una vez más, y Jean no quería iniciar otra discusión.

— Si, como digas.

— No tienes que irte — susurró, él dio unos pasos al frente con intención de acercarse.

— No intentes hacer que me quede, por favor.

— Jean...

— ¿Dónde están los demás? — ella le interrumpió, guardando su distancia.

Damon sonrió forzadamente ante el intento que ella hacía para cambiar de tema.

— En sus casas, tal vez.

Respondió el pelinegro como si eso fuese lo más obvio; ignorando que el día anterior todos estaban decididos a usar la casa Salvatore como fortaleza para Elena Gilbert. Y así hubiera sucedido, si el incidente de Jean con Katherine no hubiera pasado.

Tras el ataque, Damon estaba tan preocupado, tan fuera de sí, que en lugar de ir a la casa de Jean y cuidarla ahí, la llevó a su propia casa. En cuanto los vieron entrar, a Damon cargándola en sus brazos, manchados de sangre y a ella inconsciente, todos se sorprendieron por la escena. Matt fue el encargado de ponerlos al tanto y ninguno de los presentes quiso quedarse por miedo a decir algún comentario fuera de lugar sobre la situación.

Sí, seguían protegiendo a Elena pero ahora se turnaban. En estos momentos Elena Gilbert estaba en casa de Bonnie, y tanto ella como Caroline, cuidaban de su amiga mientras que los demás se las arreglaban para idear un plan coherente que sacara a Klaus del pueblo.

— Pensé que esta sería La Guarida de Elena.

Damon se quedó callado por un momento, luego dio un paso más a ella.

— Tienes que hacer a un lado a Elena — Jean rodó los ojos.

— Tal vez eso debes hacer tú primero — ella contraatacó.

El vampiro sonrió, eso le gusta tanto de ella, que siempre le dice lo que piensa. Sin rodeos.

Dio un paso más hacia Jean, y ella dio un paso hacia atrás.

El ojiazul hizo una mueca, la miró fijamente, analizándola, intentando adivinar su siguiente movida con el fin de adelantarse e impedírselo de alguna manera. Sin embargo, tras un par de minutos después de silencio, él se dio por vencido. No la obligaría a quedarse, no tenía un plan para ello. Solo actuaría de forma honesta en cuanto a sus sentimientos, por primera vez.

Damon volvió a acercarse y a pesar del rechazo que ella seguía dándole, él continuó acercándose hasta el punto en el cual la espalda de Jean chocó con la puerta principal. Él puso su mano en la mejilla de ella y la acarició con su pulgar.

Jean se estremeció ante el contacto físico. Su corazón le latía con fuerza y con la mirada triste en los ojos de Damon, perdía poco a poco la poca voluntad que le quedaba para marcharse de él para siempre.

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