» Capítulo 13.

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Después de aproximadamente media hora, Jean entró a la casa, sintiéndose confundida de la cabeza a los pies. Damon le besó y ella le correspondió sin más. Pero esa parte no es la que le causa confusión, ella sabe que de cierta forma, se siente atraída por el chico, así que eso puede explicar su comportamiento fuera de control.

Lo extraño del asunto, es lo que sucedió después de las breves rondas de besos. Después de que él la besó, él dijo "Esto no debió pasar". Luego frunció el entrecejo, tal y como Stefan lo hace y la dejó sola sin explicaciones.

Por otro lado, así como Jean está confundida, también lo está Damon, o inclusive peor. El vampiro de ojos azules no tiene la menor idea del por qué la besó. O bueno, tiene una ligera noción de la razón.

"Estoy dispuesta a arriesgarme" le dijo ella, a tan solo unos cuantos días de conocerle y pese a lo que él le hizo.

En un principio, Damon buscó la mentira en las palabras de la castaña, sus años vividos le han dado la experiencia necesaria para saber cuándo alguien miente, él lo hace, por lo que es el más calificado para saber si una persona habla con sinceridad o no. Y cuando escuchó a Jean decir aquellas cuatro palabras, no encontró ningún titubeo en la pronunciación, fueron cuatro palabras dichas con naturalidad, y sin intenciones de burlas.

Damon Salvatore respiró hondo, sintiéndose torpe por lo que le sucedía, una chica ajena a su mundo y que recién conoce, le dijo que estaba arriesgarse, algo ni siquiera su hermano le ha dicho antes. El vampiro sonrió al recordar la única vez que alguien le dijo que se arriesgaría por él.


RECUERDO.

Diecinueve años atrás, Damon daba un paseo nocturno por Mystic Falls, cuando notó a dos pequeños —un niño rubio y una niña castaña—, jugando entre sí con sus muñecos mientras sus padres entablaban una conversación muy aparte de ellos.

Los dos niños jugaban al soldado que rescata a la señorita, pero tras una discusión originada por la castaña que prefería ser ella la heroína, el niño terminó lanzando la muñeca lejos. Enojada, la niña le mostró la lengua a su amigo, causando la risa del vampiro. La infante, dio media vuelta sobre sus talones y corrió hacia la carretera, pues a mitad de esta había caído su juguete favorito. Ella la tomó y sacudió con sus pequeñas manos la ropa de su muñeca, las luces de un vehiculo dieron contra el rostro de la niña, lastimándole la vista, seguido de un pitido de un claxon.

Damon quien seguia las travesías de los dos pequeños solo por diversión, se percató de aquello y sin dudarlo siquiera, usó sus habilidades de velocidad para librar a la niña de un posible accidente.

— ¿Estás bien? — le preguntó Damon, al ver que la niña no habría siquiera los ojos — Ya pasó.

Él se puso en cuclillas para estar a la altura de la niña, esta, abrió los ojos de par en par, mostrándose insegura al principio, pero apenas notó que estaba salvo, ella sonrió con amplitud. Damon suspiró, se puso de pie, cerró los ojos por un momento y negó con la cabeza, a modo divertido por la actitud despreocupada de la pequeña castaña.

Damon miró a sus alrededores, el vehículo había desaparecido y la familia de los dos pequeños que jugaban, seguían en sus pláticas, sin notar lo que sucedió momentos atrás. Otro suspiro salió de la boca del vampiro y una vez más, volvió a ponerse de cuclillas para hablarle a la chiquilla.

— Siempre debes ver a los lados cuando cruces, y no quedarte en medio del camino por mucho tiempo, es peligroso — le advirtió el pelinegro.

— ¿Te arriesgaste para salvarme? — El vampiro arqueó una ceja, hizo una mueca y luego, finalmente asintió — ¡Gracias! Cuando esté más grande, yo me arriesgaré para salvarte a ti.

» CONOCIENDO A UN SALVATORE.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora