» Capítulo 15.

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Tras el incidente con la vampiresa Katherine, Damon optó por pasar la noche a lado de Jean, cuidando de ella.

Anteriormente, él había estado todo el día fuera, aclarando pensamientos, despejando la mente, poniendo las cosas en orden —aunque sea solo un poco—, supuso que estando Stefan en la casa, nada podría pasarle a la castaña; pero se equivocó.

Por alguna extraña razón, su hermano no estaba presente esa noche. Jean estaba sola y eso la hizo presa fácil para Katherine.

Damon miró a la chica que aún dormita en la cama, frunció el ceño y una punzada de culpa le llegó al pecho.

— Sí tan solo no me hubiera ido — susurró, para después chasquear la lengua.

El vampiro desvió la mirada de Jean, echó una mirada rápida al reloj de la pared. Las cinco y media de la mañana, y Stefan aún no se digna a aparecerse.

Casi han pasado tres horas desde que sucedió el altercado con Katherine, y aunque la chica Brooks ha estado dormida, cada tanto ha dado leves señales de tener pesadillas. Damon intentaba calmarla tomándole de la mano, y susurrándole que todo está bien, que está a salvo, y con eso, ella terminaba tranquilizándose, por momentos.

El pelinegro respiró hondo, solo para calmarse también.

— ¡No, por favor, no! — dijo Jean con desesperación, arruinando la poca calma que Damon estaba apenas consiguiendo.

Las pesadillas volvían.

Y en esta ocasión, parecía que con más intensidad, los gritos de la chica se elevaron de tono, escuchándose por toda la habitación. De un momento a otro, Stefan hizo acto de presencia, entrando al dormitorio algo agitado debido a los gritos de la chica. Su expresión se tornó molesta cuando vio a su hermano forcejear con Jean, quien tenía los ojos cerrados.

«Siempre apareciendo en el momento oportuno» pensó Damon, algo harto.

— ¿¡Qué le estás haciendo!? — soltó de golpe el ojiverde, Damon solo le miró con desdén.

— ¡Lárgate de aquí! — ordenó Damon, pero Stefan no se movió, analizaba la situación — Tráele agua, la despertaré.

La voz de Damon sonó firme, sujetó de los brazos a la chica, al mismo tiempo que se aseguraba de no aplicar demasiada fuerza como para lastimarla. Stefan, por su parte, sopesó un momento la orden, pero tras otra mirada molesta de Damon, hizo caso.

— Jean, vamos, despierta.

— ¡Suéltame!

La voz de la chica sonó quebrada, el contacto de Damon para con ella solo le hacía sentir su pesadilla aún más real, pues creía que la vampiresa le sujetaba de los brazos.

En un acto de defensa, Jean libró una mano, y pudo dar un golpe, uno que dio directamente al rostro del pelinegro, pero a él no le importó.

— ¡Es sólo una pesadilla!

Damon le soltó, era momento de cambiar la estrategia. Sus brazos rodearon con fuerza el cuerpo de la chica.

— Estoy aquí, vamos. Estoy aquí — él aferró a Jean a su cuerpo, ella le golpeaba el pecho mientras sollozaba — Tranquila, estoy aquí.

Jean abrió los ojos de golpe, le tomó unos segundos procesar lo que pasaba, cuando se percató que solo estaba con Damon, ella habló.

— Ella estuvo aquí otra vez — susurró aterrada.

Su rostro estaba lleno de sudor.

— No, cariño. Fue sólo una pesadilla.

Damon buscó el rostro de la chica, delicadamente, puso sus manos en las mejillas de ella y le obligó a verle directamente a los ojos, a la par que con sus pulgares limpiaba las lágrimas que caían.

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