» Capítulo 02.

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A la mañana siguiente, Jean despertó con una fuerte jaqueca, sentía que la cabeza le explotaría en cualquier momento, por lo que perezosamente se sentó en la cama sin abrir los ojos y se frotó las sienes con las yemas de sus dedos.

Podía sentir como la sensación de relajamiento comenzaba a hacerse presente de a poco, pero aun así, parte del dolor permanecía ahí. Necesitaba una aspirina si quería erradicar el malestar por completo, pero no tenía una a la mano, por lo que implementó el plan B; si continuaba durmiendo, el dolor se iría solo, no lo sentiría al dormir.

Con los ojos todavía cerrados, Jean volvió a recostarse en la cama, cubrió su cuerpo con las sábanas blancas e hizo un mohín; intentó dormirse nuevamente, pero tal parecía que con la reciente decisión, su cerebro le jugaba una broma de mal gusto y traía de vuelta el dolor para no dejarle dormir. Tomó la sabana y se tapó completamente con ella, pero así como se cubrió, las quitó rápidamente.

Notó algo extraño.

El aroma de las sábanas.

Un aroma masculino que no había olido antes. O tal vez sí, estaba poniéndose algo confundida. Abrió los ojos y miró las sabanas de la cama; al notar el color blanco en ellas, su respiración se aceleró, haciéndola reincorporándose, sacando de su sistema la pereza y poniendo en segundo plano el dolor de cabeza.

Ayer, cuando arregló su habitación, colocó el único juego de sábanas que tenía disponible por el momento, uno de color rosa pastel, por lo tanto la cama en donde yacía ahora, no era la suya.

Echó un vistazo a la habitación, examinándola. Definitivamente no es la suya. Ésta es rustica, amplia, con un gran librero en una de las paredes, con un escritorio a un costado, y el ambiente en el lugar luce mayormente anticuado, como si se hubiera mantenido en una época antigua. Las únicas cosas que lo hacen acoplarse a la actualidad, es la gran pantalla de televisión frente a ella, junto a un estéreo y la gran colección de CD's.

—¿Qué rayos estoy haciendo aquí? —Se preguntó, ha despertado en una habitación que no es la suya y su único recuerdo es una fiesta en el bosque, la noche anterior— ¡Por favor que esté vestida! —rogó para que así fuera.

Jean levantó la sabana y no le gustó para nada la situación con la que se encontró.

Si bien no estaba desnuda, Jean estaba vestida solo con la ropa interior, lo cual venía siendo malo; pues los recuerdos estaban bastante confusos en su cabeza.

—¿Qué carajos me ha pasado? ¿Qué fue lo que hice?

Intentó recordar, pero a su mente solo venía la fiesta de Tyler en el bosque. Recordó haber bailado con él, charlar con Caroline, con Bonnie, con Jeremy, y a Matt bromeando sobre el interés que Lockwood tenía con ella.

Matt...

Recordó a su amigo. Se había ido de la fiesta y ni siquiera pudo avisarle. Matt debería estar preocupado por ella.

«Como si él no tuviera ya muchos problemas y en cuanto llegas, le das uno más con qué lidiar. Bien hecho Jean» se regañó internamente.

Llegó a pensar que quizá se encontró a un chico guapo, la emborrachó y después la trajo a su departamento, o casa, para acostarse con ella y lo terminó logrando, pues aquí estaba ella, en una habitación que no era la suya y en ropa interior.

Jean decidió levantarse e investigar un poco el lugar, pero apenas estiró el cuerpo antes de incorporarse, al mover su cabeza, un dolor en el cuello apareció. Ella maldijo en voz baja. Era como si conforme el sueño dejaba su cuerpo, el dolor llegaba a remplazarlo. Se tocó el lugar de donde provenía aquel malestar con intensión de darse un pequeño masaje, pero sintió una textura algo rasposa.

» CONOCIENDO A UN SALVATORE.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora