» Capítulo 06.

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Apenas Damon dejó la casa, Jean dejó salir las lágrimas completamente, el enojo la estaba consumiendo por dentro y las ganas de golpear a aquel pelinegro se intensificaba cada vez más.

— Jean — la llamó Stefan, pero ella ni siquiera le regresó a ver, mantenía la vista fija en la puerta principal, por donde Damon salió momentos atrás.

— ¡Lo odio! — dijo ella en voz baja y entre dientes, pero aun así, Stefan pudo escucharle perfectamente.

Él le colocó su mano en el hombro, pero ella se apartó. Conoce la especie de ser sobrenatural que es Damon, y Stefan es lo mismo que él, quizá sea un vampiro relativamente bueno, pero es vampiro a fin de cuentas. Tal vez él no la haya atacado, pero al parecer de Jean, Stefan también podría atacar a cualquier otra persona y eso le hacía tenerle cierto enojo a él.

Dos criaturas sobrenaturales que sobreviven a costa de los demás. Una maldición, así es como ella lo veía.

— Jean, sé que lo que hizo fue desagradable, no debió decirte eso.

Ella soltó una risita forzada. Giró sobre sus talones para verlo de frente.

— Ni siquiera intentes defenderle, no lo merece.

— No lo odies, no sabe lo que hace.

— ¡Te he dicho que no lo defiendas! — Jean se separó de él — quizá sea tu hermano pero no lo merece Stefan ¡No lo merece!

— Sé que no, pero ha pasado por cosas que le han afectado bastante.

Jean negó.

— Eso no lo justifica, yo he pasado por muchas cosas malas también, y no voy por ahí haciéndole la vida imposible a todo el mundo. He salido mal con personas, pero a ninguna le he deseado la muerte ¡A ninguna!

Jean miró furiosa a Stefan.

— Damon no me conoce, no puede decirme eso. Es un idiota que se cree superior a todos solo porque es un ser... — ella no terminó la frase, apretó la mandíbula y los puños en un intento de controlarse.

— Es un ser ¿qué? — Stefan le miró con suma atención.

— Es un ser despreciable, sin corazón — respondió ella, con suficiente enojo marcado en su voz, que hizo a Stefan sopesar la idea de que quizá ella aun sabe la verdad sobre lo que en realidad ellos dos son — ¡Lo odio!

Ella hizo una pequeña rabieta con tal de desviar la atención de Stefan sobre sus sospechas, lo cual, en parte funcionó.

— Te pido que no lo odies, o le guardes rencor — pidió el ojiverde, ella quiso refutar pero él se lo impidió — eres demasiado buena para eso, no dejes que Damon te haga una persona rencorosa.

Jean bajó la mirada, no esperaba aquella petición por parte del vampiro. Cerró los ojos e intentó calmarse un poco. Sintió los brazos de él rodearle en un ligero abrazo y de primer momento, ella se alejó, pero él volvió a acercarse. Quería demostrarle que al menos uno de los dos se siente mal por lo que le pasa a la chica.

Ella dudosa, colocó sus manos en la cintura del chico, correspondiendo el abrazo, sintiéndose extraña al hacerlo, pero a la vez, un poco más calmada. Sin embargo, aquel acto de empatía del vampiro para con ella, no le hizo cambiar de opinión, ella debía dejar la casa de alguna u otra forma y aquí venia su oportunidad.

— Gracias por todo — dijo ella, dándole una media sonrisa. Stefan torció los labios en una ligera mueca y asintió.

Jean limpió las lágrimas de sus mejillas y comenzó a andar en dirección a la puerta. No podía permanecer más tiempo ahí, debía alejarse de los Salvatore de una buena vez, entre menos relación tuviera con ellos, sería mejor para su vida.

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