7. Los niños de la nieve

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Eliza llevaba tres días con el rosario en la mano como protección de las cosas que rondaban en su cabeza y parecían que servía para aliviarlas

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Eliza llevaba tres días con el rosario en la mano como protección de las cosas que rondaban en su cabeza y parecían que servía para aliviarlas. Orar de corazón a Dios luego de la confesión limpio su mente eliminando cada vez más aquel recuerdo de la pesadilla con aquel íncubo en forma de cura.

En ese momento jugueteaba con las cuentas blancas de su rosario bajo su bolsillo mientras veía a su hermano Óscar tocar los primero acordes de la guitarra. Eran horas de la tarde y el tosco muchacho tenía una audiencia infantil que seguía su melodía en el patio del orfanato.

El solía ir de vez en cuando a saludar a los niños y pasar un tiempo con ellos olvidando por unos momentos las responsabilidades del fundo, sus peones y los libros contables. Además en el fundo Carvajal trabajaban muchos hombres que alguna vez estuvieron en ese lugar como niños: eran hijos sin padres que el padre de Óscar y Eliza decidió en vida darles una oportunidad. Ahora eran hombres trabajadores pero con un pasado de carencias afectivas. Razón por la cual Óscar estaba ahí para darles una alegría a esos nuevos niños.

Esos días que venía hacia lo que su difunto padre le enseñó: llevar dulces y entretener a los pequeños.

Muchas veces Eliza y su hermano le acompañaron en esas idas y muchos niños que conocieron y que jugaron con ellos se convirtieron en peones y capataces de sus tierras.

En ese momento, los niños seguían el sonido de guitarra con sus manitas mientras comenzaban a recitar la canción.

Para olvidarme de ti
voy a cultivar la tierra,
en ella espero encontrar
remedio para mis penas.
Aquí plantaré el rosal
de las espinas más gruesas,
tendré lista la corona
para que cuando en mí te mueras
.

Eliza seguía el ritmo de la canción moviendo su cabeza mientras se permitía hipnotizar por ese coro infantil.

Para mi tristeza, violeta azul,
clavelina roja pa' mi pasión
y para saber si me corresponde
deshojo un blanco manzanillón.
Si me quiere mucho, poquito o nada,

tranquilo queda mi corazón.

Óscar sonreía ante como los niños cantaban y festejaban la canción, levantó el sonido desgarrador de la guitarra para la continuación de sus pequeños cantantes

Creciendo irán poco a poco
los alegres pensamientos,
cuando ya estén florecidos
irá lejos tu recuerdo.
De la flor de la amapola
seré su mejor amiga,
la pondré bajo la almohada
para dormirme tranquila.

La canción continuó hasta su final, los niños aplaudieron seguido de Óscar al término de la canción. Luego de eso, muchos pequeños se acercaron al hombre con la guitarra pidiéndole cantar otra canción.

— De acuerdo — sonrió Óscar tomando lugar con la guitarra nuevamente — ¿Cual cantamos ahora?

Eliza sonrió mientras las vocecitas de niños comenzaban a gritar las canciones que querían escuchar.

Abrazo de Alas NegrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora