3. Astillas

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El frío era común en las madrugadas de Santa Piedad. El Sol, por lo general, aparecía alrededor de las siete de la mañana, sin embargo, Eliza ya estaba levantada y vestida a las seis y media.

Terminó de ordenar las sábanas de su cama antes de salir de la habitación para desayunar.

La primera comida era simple en la congregación: un vaso de leche y pan que Eliza agradecía antes de comer en el comedor silenciosamente. Tal vez una de las cosas que extrañaba de su vida antes de ingresar al noviciado eran los contundentes desayunos que tenía en su hogar en donde los panes recién hechos por la cocinera, la mantequilla, jamón, huevos revueltos en conjunto al zumo de naranja o manzana recién hecho con una taza de leche caliente era parte de un repertorio común en la residencia Carvajal; pero con el tiempo había empezado a aprender a comer menos y agradecer la humildad de sus comidas que si bien carecían de color, preparación y sabor, le permitía estar bien para sus actividades diarias.

El viejo Phillip apareció en el comedor con rostro de preocupación mientras el resto desayunaba.

— Buenos días, Eliza — saludó Phillip buscando relajar sus facciones.

— Bueno días, ¿sucede algo? — preguntó Eliza al viejo cura.

Por lo general Phillip siempre estaba de buen humor en las mañanas, por tanto su mirada preocupada era una rareza que Eliza no pensaba dejar pasar al ver que parecía acongojado por algo.

— No he visto al padre Luciano en el comedor — explicó el viejo Phillip— No se si lo viste salir de su habitación en la mañana.

Eliza negó con la cabeza ante esto.

— Puede que el viaje le haya generado algo más que cansancio, ¿puedes ir a verlo? — le pidió Phillip a la novicia.

— No hay problema — respondió Eliza dejando las sobras de su plato.

El anciano agradeció la ayuda de la joven. Por lo general las mañanas eran movidas ya que el desayuno era una de las comidas más esperadas pero que debían ser consumidas de manera rápida por las tareas que se desarrollaban al inicio de la jornada, Eliza sabía bien eso y que el padre Luciano no se encontrara comiendo a la hora podría retrasar algunas cosas del día.

 Por lo general las mañanas eran movidas ya que el desayuno era una de las comidas más esperadas pero que debían ser consumidas de manera rápida por las tareas que se desarrollaban al inicio de la jornada, Eliza sabía bien eso y que el padre Lucia...

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Abrazo de Alas NegrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora